Aquí paz y después ¿gloria?

Valverde

Valverde / sport

Carme Barceló

Carme Barceló

Tenía dudas sobre si debía poner los interrogantes al principio o en el lugar en el que finalmente los he colocado. La paloma blanca no convive amigablemente con el fútbol, de la misma forma que la memoria y la mirada es muy corta y alguno se la sabe muy larga. El titular de lo acontecido en los últimos días es claro y escueto: Valverde se queda. Ni las encuestas populares, ni las presiones internas ni las de los entornos han conseguido que Bartomeu se salga de su guión y se desdiga de lo dicho.

El cómo y el porqué se ha llegado hasta este punto de ebullición, cuando tanto el presidente como Messi habían avalado al técnico, precisará algo más que tres palabras. De las que se filtran y de las otras. Bartomeu dio un golpe en la mesa, se mantuvo firme y no cedió a la presión. La paz pasa por la estabilidad y el equilibrio y en Can Barça ni se cesa a entrenadores de tres en tres, ni se altera el ecosistema. Esa es la línea y salirse de ella hubiera sido incoherente. 

Ahora bien, hay que mover el avispero empezando por el vestuario, siguiendo por la dirección técnica y acabando por la propia junta directiva. Valverde y su equipo han ganado una Liga que parece que ahora sea el torneo de la galleta. En Madrid no caben en sí de gozo infravalorando el título y poniendo el foco en Barcelona y así opacar sus miserias. Nada nuevo. Pero más allá de esta Liga de rotundo valor, la herida de Anfield sigue abierta y es una ventana sangrante de lo que ¿pudo ser? y no fue.

Los interrogantes son ese mar de dudas que nos acechan cuando analizamos otra realidad: la que ha impedido al Barça llegar más lejos en Europa. Lo más fácil es cesar al técnico, que sigue ahí aunque con un cielo que se le desploma sobre la cabeza, como a Asterix y a los galos. Lo más difícil, este ‘periodo de reflexión’ en el que se encuentra el club y que debe servir para revolucionar de verdad el avispero, porque movido ya está. Que haya paz está muy bien, pero habrá que currarse la gloria.