La '10' de Argentina en los Mundiales, antes y después de Diego

Diego Armando Maradona, seleccionador argentino, felicita a Leo Messi tras el Argentina-Corea del Sur del Mundial de Sudáfrica el 17 d ejunio de 2010

Diego Armando Maradona, seleccionador argentino, felicita a Leo Messi tras el Argentina-Corea del Sur del Mundial de Sudáfrica el 17 d ejunio de 2010 / EFE

Vero Brunati

Vero Brunati

La 10, esa camiseta que para los argentinos identifica y señala, que distingue al mejor, a quien concentra las expectativas y las ilusiones en cada Mundial, tiene una larga historia en la selección nacional, pero una historia con muchos matices y curiosidades, porque aunque cueste creerlo, ese magnetismo de la 10 no siempre estuvo presente.

Más aun, podría decirse que se trata de un fenómeno casi contemporáneo en el que hay un antes y un después de Maradona. Y es un icono de los más jóvenes durante la era Messi. 

Sin '10' concreto

Para empezar, hasta la Copa de 1950 los jugadores no llevaban un número en sus camisetas y por lo tanto hasta Suecia ’58 no hubo un 10 argentino jugando un Mundial. Al menos no de manera concreta. Sí existía la función de cerebro, de enganche, de ‘entreala’ o ‘inside’ izquierdo, como se la llamaba en aquellos tiempos. En 1930 el honor recayó sobre Manuel Ferreira.

El Nolo fue el capitán de la selección que perdió la final de la primera Copa en el Estadio Centenario de Montevideo, y ya lo había sido en el equipo del ’28 que también había tropezado con Uruguay en el partido decisivo de los Juegos Olímpicos de Ámsterdam.

Ferreira, un estratega zurdo de enorme panorama y excelente pegada, era el líder de “Los Profesores” de Estudiantes de La Plata, la primera gran delantera de la era profesional de nuestro fútbol. La actuación del Nolo en Ámsterdam le valdría el apodo de “El Piloto Olímpico”.

LUEGO FUE 'EL TANQUE'

En 1934, el equipo armado de apuro y con futbolistas amateurs no tuvo tiempo ni de acomodarse. En el único partido disputado, ante Suecia, Alberto Galateo, que por entonces era jugador de Unión de Santa Fe, ocupó el lugar del ‘inside’ izquierdo y hasta marcó un gol en la derrota 2-3 ante los nórdicos.

¿Quién fue entonces el primer 10 “real” de Argentina en un Mundial? Alfredo Rojas, “El Tanque”, que para nada cumplía con la imagen de cerebro talentoso.

Se trataba de un goleador de área, que en 1958 era un pibe de 21 años jugaba en Lanús y se consagraría como 9 en Boca a mediados de los ‘60. Rojas solo jugó el primer partido (1-3 ante Alemania Federal) y no volvió a aparecer en el equipo.

El 'enganche'

La función de enganche comenzó desempeñándola Norberto Menéndez y después lo reemplazó Ludovico Avio, el primer futbolista de Vélez en disputar un Mundial.

La historia se repetiría en el ’62. El número mágico lo llevaba José Francisco Sanfilippo, enorme goleador de San Lorenzo y Boca, pero en los tres partidos jugados el puesto de conductor no tuvo dueño: se alternaron Rubén Sosa, Martín Pando, Juan Carlos Oleniak o, en realidad, ninguno de ellos, porque el equipo nunca tuvo una línea de juego definida.

Lo ocurrido en el ’66 y el 74’ (Argentina no estuvo en México ’70) fue aún más curioso. El 10 en Inglaterra fue Antonio Ubaldo Rattín. Sí, el número 5 por excelencia, el caudillo del centro de la cancha.

En las tan repetidas imágenes de su expulsión ante los locales en cuartos de final se lo puede ver recorriendo el campo con el 10 en la espalda mientras le gritan de todo desde las tribunas.

En la cita de Alemania se instauró el orden alfabético para determinar las camisetas, y la 10 le cayó a Ramón Cacho Heredia, marcador o volante central, pero en ningún caso cerebro ni enganche, lugar que ocuparía Carlos Babington.

Recupera el rumbo

La cosa comenzó a enderezarse de casualidad en el ’78. Otra vez mandó el alfabeto pero la suerte quiso que la 10 le cayera a Mario Alberto Kempes, que si bien era más goleador y delantero que volante creativo, en aquel conjunto de Menotti partía desde más atrás para dejarle el puesto de 9 a Leopoldo Luque. 

Pero la verdadera dimensión de esa camiseta se iba a fraguar a partir del ’82. Según el orden le tocaba a Patricio Hernández, quien además jugaba en esa posición, pero aceptó cambiarla con Diego Maradona, y el 10 se convirtió en símbolo.

El 'D10S'

Diego la usaría en España, México, Italia y Estados Unidos, y ya no hubo más lugar para las confusiones: a partir de ese momento su dueño iba a ser el más talentoso del plantel.

Ariel Ortega, aunque jugara más tirado a una punta que por el centro, fue el 10 en Francia ’98 y Japón-Corea 2002; Juan Román Riquelme lo llevó en Alemania 2006, y desde Sudáfrica le pertenece a Lionel Messi.

Porque para los argentinos y desde Maradona en adelante la 10, más que una camiseta, es el símbolo por excelencia para identificar al mejor de todos.