Las decisiones acertadas de Groenen

Jackie Groenen celebra un gol que vale una final

Jackie Groenen celebra un gol que vale una final / AFP

Jonathan Moreno

Hay pequeñas decisiones que cambian diametralmente el curso de la historia. Momentos clave en la vida de un deportista en los que hay que optar por blanco o negro. Sin matices. Y cuando todavía no eres más que un adolescente. Esa enfermendad que se cura con el tiempo. 

Eso le sucedió a  Jackie Groenen, y hasta en dos ocasiones. Primero optó por abandonar el judo, donde había alcanzado el nivel de cinturón negro y logrado numerosos éxitos sobre el tatami. “Judo o fútbol”, le espetaron. Y Groenen, tras sufrir una lesión, lo tuvo claro. Tenía 17 años. 

A la bisoña deportista le tocó reinventarse. Desaprender. Volver a sus orígenes. El balón. Dicen que crecer es empezar a tomar decisiones. Groenen lo experimentó en sus propias carnes. Si no quieres caldo, toma dos tazas. Nacida en Tilburgo, su familia se trasladó a la pequeña población belga de Poppel, a escasos kilómetros de la frontera con los Países Bajos, cuando todavía era una cría.

Defender a Bélgica o a su tierra natal. Una disyuntiva resuelta con el corazón. Groenen escogió los colores de la ‘oranje’. Y el tiempo le ha acabado dando la razón. Ante Suecia se convirtió en la heroína de todos los neerlandeses. Su gol en la prórroga cambió el destino. Holanda, vigente campeona de Europa, pugnará por el escalafón más alto del podio contra Estados Unidos. 

Fiel a su humildad y con su sonrisa perenne, Groenen quitó hierro al asunto: “No me importa quién haya marcado, siempre y cuando estemos en la final”.