Historia SPORT

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Las aventuras de Checa en el desierto

Carlos es el segundo piloto español clasificado en la recta final de un Dakar muy duro, que afronta con Astara y Marc Solà de copiloto

Desde que dejó las motos, el de Sant Fruitós ha invertido el tiempo en sus pasiones, como esquiar, volar en avioneta y el Dakar siempre estuvo en el punto de mira

Carlos Checa está disfrutando al máximo en su segundo Dakar

Carlos Checa está disfrutando al máximo en su segundo Dakar / @ASO

Josep Viaplana

Josep Viaplana

Carlos Checa, con Marc Solà de copiloto, está cuajando un Dakar para enmarcar. El de Sant Fruitós, que corre con un buggy del equipo Astara (basado en el Century sudafricano), al igual que Oscar Fuertes y Laia Sanz, marcha como segundo español clasificado en coches en esta 45ª edición, con la ilusión de acabar entre los 15 o 20 primeros.

Tras una exitosa carrera deportiva en las motos, con dos triunfos parciales en MotoGP y 17 podios y campeón del mundo de Superbikes en 2011, a sus 50 años ha emprendido su segundo reto en el Dakar. Lo supera con nota. Su debut en 2022 tuvo un sabor agridulce, ya que un vuelco en la tercera etapa le tuvo dos días esperando a que sus mecánicos pudieran reparar el coche. El ‘Toro’, ahora, quiere dejar su huella.

SEGUNDA OPORTUNIDAD Aunque en su primera edición llegó a rodar entre los 30 primeros y logró acabar la prueba, no estaba por la labor de volver. Al final se dio una segunda oportunidad, regresando este año para sacarse la espina y dar un paso más en un proyecto en el que su ambición es ser competitivo y aprender a cada kilómetro acumulado. Desde que se retiró de la competición pasó a invertir tiempo en sus pasiones, como esquiar, volar en avioneta y el Dakar siempre estuvo en el punto de mira.

En 2015 viajó a Chile como turista para seguir el rally junto a un grupo de amigos italianos y esa aventura con un Renault Clio le envenenó y le llevó a participar en carreras como el Rally Merzouga en moto y después al volante de un SSV, entendiendo que competir en moto por el desierto tenía que asumir un riesgo que no quería afrontar.

Una de las claves de su buen hacer es tener a Marc Solà junto a él. No estuvo cerrado hasta poco antes del Dakar, pero la experiencia del piloto de Vic, que disputa su octavo Dakar, el cuarto en coche como copiloto, es fundamental. Compaginaron desde el primer momento, ya que el origen de ambos es la moto y ello da un feeling especial que permitir crecer etapa a etapa. Han estado regularmente entre los treinta primeros, salvo en la quinta etapa, cuando todo estuvo a punto de saltar por los aires…

 

OBJETIVOS POR DESCUBRIR “Después de una edición de experiencia, quería ir mucho mejor y ello me hace feliz. Lo aprendido el año pasado me sirve para competir y disfrutar mejor de este Dakar. Mi objetivo es hacerlo bien, ser efectivo y quedar satisfecho con el rendimiento llegando al final con la mejor clasificación posible. La idea es aprender y mejorar para que en el futuro salgan oportunidades de esas grandes a nivel técnico”, explica el piloto de Sant Fruitós.

Carlos Checa, por último, nos decía en el campamento de Riyadh durante la jornada de descanso que “en el Dakar hay pocas similitudes con mi paso por MotoGP o SBK, aunque la ilusión, la motivación y la competitividad puedan ser las mismas. No voy a decir que haya sido fácil pasar de dos a cuatro ruedas, pero es relativamente asumible. Poner dos ruedas más es siempre más sencillo que quitarlas. Lo más complicado es la adaptación a la carrera. En motos estaba acostumbrado a carreras cortas, buscar la última milésima, a darlo todo de principio a fin. El Dakar es otra cosa: debes tener velocidad, pero no debes ir al límite. La experiencia del año pasado me ayuda a encontrar ese punto de equilibrio entre velocidad, no cometer errores y conservar la mecánica".