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“Cuando era ciclista profesional, en invierno trabajaba en la recogida de la naranja”

Jesús Guzmán es el locutor de Radio Vuelta. Una leyenda que, desde los 14 años, cuando empezó a trabajar ha hecho de todo en su vida: carpintero, ciclista, mecánico…, hasta la recogida de naranja en invierno.  

“La experiencia te enseña”, dice Jesús Guzmán, que lleva al pie del cañón en la Vuelta a España desde la primera vez que la corrió como ciclista en 1980. Pero donde su vida marca diferencias es desde 1997 cuando se convirtió en el locutor de Radio Vuelta. Allí su voz es inconfundible y, para él, siempre será el trabajo de su vida. “A los 14 años ya trabajaba de carpintero para llevar un jornal a casa”, recuerda.

Fue un ciclista más.
Del montón, sí, y mire que de amateur era bueno. Pero me equivoqué. No conocía nada. Llegué al profesionalismo quemado. Me había excedido. Corría y entrenaba demasiado. Si había dos carreras en un día las hacía las dos aunque me tuviese que desplazar 200 kilómetros. Pero ganaba dinero

¿Y a esa edad era tan necesario el dinero?
Venía de una familia muy, muy humilde. Mi padre era fraguador, una profesión que ya no existe. Araba a mano y calentaba con carbón los arados que tiraban los burros. Luego, cuando tenía 14 años, nos fuimos trabajar a hoteles a Mallorca, donde trabajábamos la familia entera. Estuvimos seis meses y, al volver, nos instalamos en Cullera (Valencia). Mi hermano empezó a trabajar de camarero y yo en una carpintería de madera. Había que aportar en casa. Había que sumar.

¿Y cómo apareció el ciclismo?
Tenía un jefe que me puso a jugar al rugby. Pero no me gustaba. Y un día fui a una carrera de ciclismo con un amigo. Hice cuarto. Recuerdo que la bicicleta era de hierro y que me compré un cuadro de 2.500 pesetas y unas bielas de aluminio de 1.000. Es uno de los recuerdos de mi vida. Tardé en montarla dos meses.

¿Y cómo llega a profesional?
Con 21 años ya era profesional. A los 14, había empezado a competir, porque la bicicleta me aportaba eso: dinero, un dinero fácil. Yo trabajaba 40 o 50 horas en la carpintería. Eran otros tiempos. Acababa agotado y entrenaba a las doce de la noche donde estaba la estación de tren y había cierta iluminación. Al día siguiente, me levantaba a las siete y media de la mañana y otra vez igual.

Tiene mérito lo que cuenta.
Pero a la gente de mi generación no le sorprenderá. En aquella época éramos así. Pero entonces yo descubrí el ciclismo y me cambió la vida. En un fin de semana ganaba lo que en un mes en la carpintería, donde hacía muebles.  Hablé con mi padre y le dije que dejaba el trabajo y que no se preocupase. La bicicleta me iba a permitir llevar un jornal a casa.

Pero no triunfó de ciclista.
Bueno, gané la montaña de la Vuelta a Aragón, el circuito de Getxo, una etapa de la Vuelta a Levante…, poca cosa, sí. Pero  en el invierno iba a coger naranjas en los meses de octubre, noviembre y diciembre, a meterlas en las cajas y a cargarlas. Y ya no necesitaba ir al gimnasio, porque ahí hacía el trabajo de fuerza.

A los 28 años dejó el ciclismo.
En 1986, sí. Después de siete años. Estaba cansado. En 1985 me atropelló un coche. Nunca me recuperé de las costillas. Nunca volví a ser el mismo. Corrí otro año más y no me gustó. Cuando llegaba a meta siempre tenía que preguntar quién había ganado.

Y se marchó. 
Y me fui, sí. Y como a mi mujer le gusta mucho el ciclismo montamos una tienda de bicicletas con el dinero ahorrado. Pero como no nos daba tuve que buscar algo más. Mi amistad con Paco Giner me ayudó. Me hice cargo del equipo amateur del Caja Rural y en 1991 me convierte en su segundo y en mecánico de Artiach hasta el 96.

¿Y después?
Desde 1997 he hecho todas las Vueltas en moto como locutor de Radio Vuelta, el que da la información en la moto para todos los vehículos de la carrera. Y como físicamente estoy bien no tengo ninguna prisa por jubilarme. Me lo plantearé el día en el que no domine la primera curva en condiciones. Pero hasta ahora ese momento no ha llegado.

¿Y cómo lo hace?
Miro la información mientras conduzco. Llevo una emisora, aprieto un  botón y me pongo a hablar. Llevo un casco craneal y los vehículos escuchan. Y todo esto con una moto de 90 o 100 caballos. Para mí es un trabajo espectacular que me permite ver cosas que no pueden ver los demás.

¿Y qué ve?
Le puedo decir que a los buenos buenos también les duelen las piernas y se le caen los mocos. También le puedo decir que esto ha cambiado mucho y que las velocidades que se alcanzan ahora eran inimaginables entonces. Todavía recuerdo cuando Valverde, el ciclista de mis amores, ganó en Soria. Cuando arrancó, en vez de un ciclista, parecía una moto. Y yo todo eso lo veo a ras de la carretera.

Pero tendrá su estrés, claro. 
Mi deber es el de dar la información exacta, tal y como es. Los datos son los datos. No puedo equivocar a nadie. Por eso cuando no estoy seguro de algo no lo digo. Llevo haciendo este trabajo desde el año 97.

 Son más de 25 años.
Me he labrado mi sitio dentro del ciclismo. Estoy contento y, como le decía aguanto bien.  No siento el cansancio. Mire ahora acabo de hacer la Vuelta a Catalunya, al País Vasco, ahora la Vuelta femenina…, y quiero más. Sí es verdad que este año tuve una caída por un despiste. Tenía problemas familiares y no estaba como debía estar. Sufrí un golpe en la rodilla que por suerte ya casi es historia.


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