Angel Cabrera, campeón del Masters de Augusta

Una infancia difícil marcó al campeón argentino

Angel Cabrera ya está en Villa Allende, su ciudad natal, para jugar un torneo rodeado de su gente

Ramon Palomar

Angel Cabrera ha aparcado el éxito logrado en Augusta hace menos de una semana para refugiarse con su gente, la de toda la vida, en Villa Allende, su población natal donde conserva todas sus amistades y donde marcó su vida para acabar convirtiéndose en todo un campeón del Masters de Augusta, el primer jugador suramericano que lo consigue en toda su historia. Cabrera, de 39 años, pudo celebrarlo el lunes cuando llegó a esta ciudad cercana a Córdoba y donde recibió el cariño de los que siempre han estado a su lado, desde niño. Y esos son los amigos que este hombretón de 1,83 metros conserva como el oro. Son las personas que le dieron la primera oportunidad de ser algo en la vida cuando una infancia complicada pudieron acabar por convertirle en un marginado de la vida.

Pero el golf se convirtió primero en una forma de ganarse su primer sueldo y después una profesión que le ha llevado a convertirse en todo un millonario, a pesar de que nunca ha renunciado a sus orígenes humildes. Eso es lo que más aprecian los amigos de Villa Allende, a dónde regresa cada vez que tiene una oportunidad.

Porque la infancia de Cabrera no fue nada fácil. Abandonado por sus padres a los tres años, su abuela lo recogió y lo mantuvo en esos primeros años de infancia. Los estudios tampoco eran lo suyo así que tomó la decisión de abandonarlos cuando apenas tenía 10 años. Habían pocas salidas para jovencitos de esa edad en un pueblecito como Villa Allende, pero tenía vida gracias al club de golf. Muchos de sus amigos, que eran mayores que él, eran caddies del club de golf y un día decidió acercarse allí y probar fortuna como caddie. "Voy a ver de qué se trata", se dijo. Al menos, ese trabajo le ofrecía un pequeño salario de seis euros por vuelta, que ya era algo para comenzar. "No me hice caddie por vocación, era la manera de ganar dinero y alimentarme. Era un trabajo digno", explica sin sentir vergüenza. Al contrario. Esa experiencia le entusiasmó y empezó a coger los palos de manera asidua. Los caddies tuvieron la oportunidad de jugar en Argentina y Cabrera se convirtió en una de las jóvenes promesas de la zona. Con sólo 18 años, finalizó sexto en el Abierto del Centro en Córdoba, y fue entonces cuando se dio cuenta de que quería dedicarse profesionalmente al golf.

Apoyo de Romero

Pero su situación no varió demasiado. Sin apenas recursos económicos, jugaba los torneos que podía y con la ayuda de algunos socios del club, fue compitiendo dentro y fuera del país con buenos resultados. Necesitaba un apoyo financiero estable que no le llegó hasta 1996. Uno de los grandes jugadores argentinos de todos los tiempos, Eduardo Romero que entonces disputaba el circuito de veteranos de Estados Unidos, se fijó en él y decidió apoyarle, hasta que logró sacarse la tarjeta del circuito europeo. En el año 2001, el Abierto de Argentina pertenecía al circuito y Cabrera se lo apuntó. Fue su primera gran victoria que le abrió las puertas al mundo profesional del golf después de muchas penurias desde su más tierna infancia. Y Cabrera, agradecido, le encanta disfrutar de los buenos momentos con la gente que siempre estuvo a su lado en Villa Allende.