Javier Pintado y Pedro Díaz ponen fin a los 40 años de ausencia española en Bobsleigh

Un sueño a 120 kilómetros por hora

Sin mucho más que ilusión, los dos miembros del equipo español de Bobsleigh han logrado alcanzar su sueño de competir en la Copa de Europa

Albert Prat Sánchez

Lanzarse a más de 100 kilómetros por hora en un trineo por un tubo de hielo no es lo que se espera de un deportista español, por lo menos a priori. De hecho, más allá de las transmisiones ocasionales por televisión no hay ni rastro de un tobogán de estas características en todo el Estado y hacía 40 años que ningun español se subía a un `Bob¿. Cómo se les ocurre a dos asturianos empaquetar el equipaje e irse a la estación austríaca de Igls, cerca de Innsbruck a aprender a pilotar un bobsleigh sólo lo saben Javier Pintado y Pedro Díaz, dos auténticos pioneros del deporte español. “Competíamos habitualmente en carrilanas, un deporte de inercia parecido al bobsleigh”, cuenta Pintado, “y decidimos irnos a la escuela de pilotos, vimos que no se nos daba mal y nos lanzamos a la aventura”. Ni cortos ni perezosos, se pusieron manos a la obra, cogieron un par de trabajos ocasionales y fueron llenando la hucha para comprarse su primer trineo, un vehículo que cuesta alrededor de los 6.000 euros y sacarse la licencia para competir, que redondea la factura con más de 1.000 euros.

Lo suyo ha sido un trabajo artesanal, surgido más de la pasión que del raciocinio. “No teníamos ni idea de lo que hacía falta para competir”, recuerdan. Preguntando aquí y allá, convencieron a algunos amigos para que les hicieran un plan de entrenamiento “con lo que nosotros creíamos que era lo mejor”, se construyeron artesanalmente un carro de empuje para entrenar las salidas y el 16 de noviembre debutaron en la primera prueba de la temporada, precisamente en Igls, dónde aprendieron a pilotar. Detrás de esa primera bajada, horas de entrenamiento prácticamente a ciegas. “Lo más complicado es no tener referentes, no poder pedirle consejos a nadie”, lamenta Pintado. Con el tiempo, han mejorado sus prestaciones, especialmente en la salida, “lo más importante”. Afortunadamente para ellos, la pareja española no es la única debutante y la necesidad ha creado complicidad con la pareja argentina, “están tan perdidos como nosotros”, con quienes comparten experiencias durante los entrenamientos y las pruebas de la Copa de Europa.

La ilusión les permite suplir sus deficiencias de material. “Cuando ves nuestro `bob¿, que no sabemos ni cuantos años tiene, magullado por todas partes y lo comparas con los demás, dan ganas de echarse a llorar”, confiesa Pintado. Frente a su trineo, artefactos de última tecnología diseñados por Ferrari y McLaren, con equipos técnicos potentes, repletos de entrenadores, mecánicos e incluso masajistas. Toda su infraestructura es una furgoneta que les ha conseguido la Federación Asturiana de Deportes de Invierno para el transporte del bob, algo de material y mucha ilusión para abrir camino en una disciplina que parecía casi imposible de realizar en España. En la competición no les va del todo mal, sumaron sus primeros puntos en Winterberg, Alemania, tras acabar en vigésimonovena posición en un vertiginoso descenso en el que alcanzaron una velocidad de más de 120 kilómetros por hora. El miedo no parece atenazar a estos intrépidos asturianos, que se deslizan por terrenos desconocidos por el deporte español impulsados por la gravedad y la fuerza de voluntad.