¿Qué fue de Vitor Baia? El carisma eterno de un icono publicitario

Baia, en la final de Copa de 1997, disputada en el Bernabéu

Baia, en la final de Copa de 1997, disputada en el Bernabéu / Sport

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Ni siquiera en los peores momentos, cuando Pantic o Shevchenko le amargaron la vida, perdió su compostura de portero elegante. Siempre fue un tipo apuesto, de impecable imagen y físico privilegiado, amplia sonrisa y un trato siempre cercano: tanto, que la imagen de Vitor Baia sigue siendo una de las más vistas por los portugueses en la televisión y en los paneles de publicidad, once años después de su retirada.

Empresas de telefonía, marcas de cerveza, compañías que se dedican a la exportación de productos, aseguradoras… Baia es la imagen de marca de numerosas firmas portuguesas, al punto de que incluso el Gobierno quiere convertirle en uno de sus iconos. “Queremos hacer algo que vaya más allá, con una idea social”, explica al otro lado del teléfono. 

Baia será una de las imágenes empleadas por el Gobierno portugués para su próxima campaña de información sobre la Seguridad Social. Por él no pasan los años (si acaso algunas canas) porque sigue siendo uno de los iconos publicitarios más potentes del país, una especie de Beckham luso que sabe potenciar su imagen pensando siempre en su fundación. “Todo el dinero que gano con la publicidad lo destino a la fundación”, su gran prioridad. 

Ayudamos a 30.000 niños en todo Portugal, es algo que nos da una enorme satisfacción porque estamos ayudando a luchar contra las deficiencias del sistema y ayudando a que los niños tengan una educación correcta”, explica.

A sus 48 años, la agenda de Vitor Baia está llena: ya no ejerce de comentarista en la televisión portuguesa ni forma parte del Oporto (hasta 2010, fue director de relaciones institucionales del club de la ribera del Duero), pero está en plenas conversaciones para convertirse en embajador del Barça (“el club quiere, pero aún tenemos que definir las condiciones”, aclara) y trabaja como coordinador de proyectos en la Federación Portuguesa de Fútbol para mejorar el nivel de los porteros de todo el país. “Antes, cuando yo jugaba en la selección, éramos una federación muy amateur, nada que ver con la profesionalidad con la que se trabaja ahora”, defiende. 

el más deseado

En su momento, Baia fue uno de los jugadores más deseados por el Barça: desde que Cruyff liquidó a Zubizarreta en la final de Atenas (1994), el club estuvo detrás de su fichaje. Llegó dos años después, en el verano de 1996, después de un intenso culebrón en plena Eurocopa de 1996: de hecho, el Barça llegó a firmar al campeón de aquella Euro, el alemán Koepke, que ni siquiera llegó a ser presentado.

Superadas las diferencias económicas entre el Oporto y el Barça (“que la afición del Barça no piense que soy un pesetero”, rogaba Baia días antes de la confirmación de su fichaje), aterrizó en Can Barça para vivir una primera temporada casi perfecta a las órdenes de Robson y una segunda para olvidar, ya con Van Gaal en el banquillo.

“Tuve una lesión muy grave y después, choqué con Van Gaal”, lamenta ahora. Estuvo ocho meses parado y cuando regresó, encajó un 0-4 del Dinamo de Kiev en el Camp Nou, un episodio tan desagradable como el del choque alérgico que le provocó una infiltración. “Tenía una infección y me infiltré: lo hice pensando en el equipo y no en mí, pero sufrí un choque anafiláctico bastante grave. Resultó que era alérgico a la penicilina… tuve convulsiones, pero el doctor Baños y Ángel Mur me salvaron”. 

Desde el balcón de la Generalitat

Pese a todo, guarda “un recuerdo extraordinario” del Barça y de detalles concretos, como el paseo en el autobús descapotable tras ganar la Recopa de 1997. “Poder hablar desde el palco de la Generalitat fue inolvidable”. En 1999 volvió al Oporto para seguir engordando un palmarés que acabaría siendo histórico: junto a Ryan Giggs, Dani Alves y Maxwell, aparece en los primeros puestos de la lista de jugadores con más títulos. “En mi caso, pueden ser 33 ó 35”, apunta, “hay quien dice que para que consten algunos títulos había que jugar un mínimo de minutos y otros no lo ven así”. 

Baia comparte su vida con Andreia Santos, una nutricionista muy popular en Portugal que de vez en cuando se encarga de recordar que sus méritos no tienen nada que ver con los de Baia. “Todo lo que he conseguido lo he conseguido por mí misma, no soy la típica mujer de futbolista, siempre he sido una mujer trabajadora”. Baia podría competir con Cristiano en cuanto a popularidad en su país, pero el ex portero subraya que el jugador del Madrid “es universal, y yo estoy a gusto con mi papel”.