Hoy se cumplen 35 años del histórico Barça-Anderlecht

La noche en que 'Torito' Zuviría entró en la leyenda del Barça

A cinco minutos del final logró el 3-0 con el que se igualaba la eliminatoria. Los penalties clasificaron luego al Barça 

El simpático 'Torito' rememoró en SPORT aquella jugada que le cambió la vida

El simpático 'Torito' rememoró en SPORT aquella jugada que le cambió la vida / sport

Jordi Blanco

Milan, Manchester United, Chelsea, Dinamo Kiev, Juventus, Göteborg… El Camp Nou guarda en su alma noches mágicas y míticas. Inolvidables remontadas de un Barça que, sin embargo, mantiene en su historia la del primero de noviembre de 1978 como la mayor de todas. Hoy se cumplen 35 años del gol por antonomasia. Zuviría, Anderlecht. La locura.

El sorteo de los octavos de final de la Recopa 78-79 emparejó al Barça con el Anderlecht, el campeón, base de la selección belga y gran favorito al título. El 18 de octubre se abrió el pulso en el viejo Heysel y el Anderlecht aplastó al equipo azulgrana por 3-0. Zuviría, para recordar la vuelta no olvida la ida: “Nos machacaron, nos robaron con un árbitro que permitió dos goles ilegales y que cosieran a patadas a Paco (Martínez) y Heredia”. Allí mismo, en la capital belga, comenzó la remontada. “Recuerdo que nos prometimos con Milonguita que se la devolveríamos en Barcelona”. La historia estaba aún por escribirse... 

“Es imposible que nos remonten. Será un partido muy tranquilo” disparó Raymond Goethals, una especie de Brian Clough en versión belga que dirigía a aquel poderoso Anderlecht que defendía el título de la Recopa ganado medio año antes y que era, además, supercampeón de Europa. No sabía lo que se le venía encima. El entrenador del Anderlecht menospreció al Barça, se burló de los jugadores y aseguró que el partido de vuelta sería poco menos que un viaje de placer para su equipo.

Y calentó el ambiente como no se recordaba en Barcelona. “Les fueron a recibir al aeropuerto y no les dejaron entrenar. Nos dijeron que le lanzaron hasta piedras mientras él se burlaba de los aficionados y se armó una buena”, apunta Zuviría, en ese momento desconocedor de lo que le tenía reservado el destino.

El Barça, lanzado con el alma a por la remontada, marcó dos goles antes del descanso por medio de Krankl Heredia. Nada más. Una segunda parte de vértigo y dramática se dirigía a la decepción final… Hasta que apareció el milagro. Faltaban cinco minutos para acabar. “Sacamos un corner y rechazaron hacia el centro del campo” recuerda el ‘Torito’, que narra en primera persona el desenlace más emotivo que vivió el estadio. “Me llegó la pelota y  vi que salían todos para provocar el fuera de juego. Heredia corrió por el lado pero ya estaba en fuera de juego, así que decidí que era cosa mía...”.

Con todo el equipo belga presionando en el centro del campo hizo dos quiebros y se lanzó el balón largo, solo ante el portero y un zaguero corriendo desesperado desde la banda. Entró en el área por el lado derecho cuando salió De Bree y le cruzó el balón, suave. “La pelota entró casi a cámara lenta” sonríe Zuviría con una brillantez en los ojos que descubre la emoción que aún le sobreviene al recordar el momento.

El Barça, al límite, empató la eliminatoria y tras una prórroga sin goles se alcanzaron los penalties. Nadie tiene presente que en esa prórroga el argentino estrelló un remate en el palo. En el recuerdo solo permanece su carrera hacia la gloria. Y la tanda definitiva. Y se desempolvan las anécdotas. “El mister me ofreció lanzar uno, pero Heredia me lo impidió. ‘Pibe, tu ya estás en la historia, ya hiciste tu trabajo. No arriesgues ese momento’ me dijo y asentí.

Marcó Krankl, Artola atajó a Van der Elst, anotó Rexach, Geels estrelló su lanzamiento en el palo, marcó, con una paradinha legendaria, Bio, hizo Thissen el 3-1 y Neeskens, con un disparo raso y ajustado al palo cerró la remontada con el definitivo 4-1.

El Barça se metió en cuartos de final, donde superó al Ipswich Town de Bobby Robson, y luego eliminó al Beveren en una semifinal que puso en la gloria a Artola. Acabó el curso subiendo el último peldaño de la leyenda que significó la final de Basilea y nadie olvida aquel 16 de mayo de 1979 en que el barcelonismo se sacudió todos los fantasmas.

Pero nada de ello habría sido posible sin la carrera de Zuviría. “Aquel es el día más feliz de toda mi vida” remarca un argentino que llegó desde el Racing avalado por Johan Cruyff en 1977, que reconvirtió su inicial posición de extremo izquierdo en lateral derecho y que aún recuerda cómo cambió su imagen a través de aquel gol. “Me gané a la gente. Demostré que era jugador para el Barça y desde entonces no pasa un solo día sin que alguien me recuerde el gol al Anderlecht” reconoce con los ojos brillantes. En el presente el Barça colecciona tantos títulos que es difícil elegir un momento especial. Entonces, en el pasado, la sequía era tan acentuada que noches como aquella se mantienen en el recuerdo. Hace hoy 35 años Zuviría entró en el corazón del Camp Nou. Y ahí sigue. Por siempre.