Diseccionando a Carlos Arroyo: Puerto Rico nos lo regaló

No sabemos si la flor pálida era la carrera de Carlos Arroyo y llegando a un FC Barcelona, donde la exigencia y compañeros de calidad le están haciendo enseñar una vez ese espíritu competitivo, líder ofensivo de carácter y calidad. O si la flor pálida era el juego del Barça la última temporada y Arroyo es el que lo está mimando de buenas decisiones en el pase y canastas de mucho mérito cuando hay que generar de la nada situaciones positivas.

Lo que si que es cierto es que Puerto Rico nos lo regaló, nos regaló a uno de los grandes jugones del basket mundial de la última década.Y lo estamos disfrutando en nuestro basket desde el primer partido. No negaré que mi primera reacción cuando se anunció el fichaje del "piloto" borícua fue de extrañeza pensando en su carnet de identidad, pero si te paras a pensar lo que se buscaba con la marcha de Marcelinho Huertas: anotación, generación de ventajas desde el 1x1 y el 2x2, raza para jugar los balones más complicados. Todo eso lo tiene Carlos Arroyo y si su cuerpo-templo aguanta lo extenuante que es tener que ganar todos los partidos sin excusa como pasa en los dos grandes equipos, pues podemos tener la pieza que no terminó de encajar la temporada pasada, el contrapunto de Satoransky.

Los asteriscos de Carlos Arroyo son cuando tenga que defender a bases explosivos y la falta de continuidad en un lugar en su carrera deportiva. Sus puntos fuertes, tiro de larga y de media con buenos porcentajes, equilibrio y toma de decisiones, finalizaciones con habilidad (bandejas altas, roscas a aro pasado), pases de canasta entre líneas, tanto en medio campo como sus preferidos, en carrera.

Cada vez que salga a la cancha habrá algún buen detalle que apuntar. Un regalo.