Inicio Noticias Vicente Belda, pensionista y mileurista: “El rencor no vale para nada”

Vicente Belda, pensionista y mileurista: “El rencor no vale para nada”

Fue un gran ciclista y un buen director hasta que la crónica de sucesos lo devoró. Hoy ya da igual que fuese víctima o verdugo. Lo importante es que no existe rencor. Por eso la charla quedó tan natural. 

No hay término medio en su recuerdo. Quizá porque el final resultó muy amargo. Aquel 2006 absolutamente letal para el ciclismo que acabó con su carrera como director en Europa. “En todos los juicios, que he tenido, he salido absuelto”, explica Vicente Belda que, a los 69 años, agradece la llamada. “Si usted me ha llamado para entrevistarme es porque sigo siendo importante”.

¿Qué es de su vida?
69 años, jubilado, pensionado, como dicen los colombianos. Siempre me dicen: ‘ày, Don Vicente, ya se pensionó’

Pero usted no es colombiano.
Pero he estado muchas veces en Colombia. Tengo trato, tengo amigos.

¿Y le llaman Don Vicente?
Yo en Colombia soy Don Vicente. Desde 1985 cuando fui a correr la Vuelta a Colombia…, y han pasado unos años y sigo siendo Don Vicente.

¿Y eso no le hace parecer a uno mayor? 
Pero esos países son diferentes. A los que tienen carrera les llaman ‘licenciado’ o les llaman ‘doctor’

Pero usted no tiene carrera universitaria.
Por eso me llaman Don Vicente. Si no me llamarían ´doctor’.

Es verdad que fue un ciclista importante.
Algo, sí. Pero ahora ya no se crea. Los jóvenes, para saber quien soy, deben echar mano  de Google o la Wikipedia.

Hubo una parte buena y un final malo. 
En todos los juicios, que he tenido, he sido absuelto, inocente. Es muy fácil acusar. Luego, está la justicia. Siempre habrá que tener en cuenta lo que dicen los juzgados. Es muy fácil acusar a los demás.

O sea, que usted no fue ningún traficante. 
Mire, en la época de la Operación Puerto tuvimos 24 días de juicio oral y una instrucción que duró 12 años. Desde el primer día el juez instructor y la fiscal dicen que yo no debo ir a juicio oral porque no hay pruebas.

Una cosa es que no hubiese pruebas y otra la realidad. 
La realidad es lo que está en los papeles, en la investigación de la Guardia Civil.

Para usted supuso el fin.
Sí, 2006 fue mi fin y el de Manolo Saiz y el de muchos trabajadores del ciclismo que no tenían nada que ver. Había gente que no conocía ni en las películas a Eufemiano Fuentes. Por eso me duele que los medios me acusen de lo que no soy.

En 2006 tenía usted 52 años. 
A partir de entonces ya fue imposible, para mí, encontrar trabajo en Europa.

¿Qué hizo?
Me fui a Colombia y trabajé en un proyecto en Boyacà. Yo fui el descubridor de Nairo Quintana con 18 años en 2008. Los datos, que me dio Nairo a esa edad en la prueba de esfuerzo, fueron los mismos que Botero, que fue campeón del mundo, con 16 años. Tenía mejores datos que Valverde o que Roberto Heras… De hecho, yo hice el contrato de Nairo con Movistar. Tenía 21 años y le dije que se olvidase de equipos anglosajones.

Entonces no se quedó sin trabajo.
Me dediqué a sobrevivir. Me abrían una puerta y me cerraban tres y el daño psicólogico no se puede ni contar.

¿Y cómo aguantó hasta la jubilación?
De mil formas. Sobre todo con el apoyo familiar. Después de Nairo cayó en mis manos Miguel Ángel López, que ganó el Tour del Porvenir. Su suegro corrió conmigo. Tenía buena relación y me insinuó que le buscase un hueco para correr en Europa. Fui su representante.

Los representantes ganan mucho dinero.
Depende el contrato del ciclista. Miguel Ángel iba al 50 por cien con su suegro y a mí me quedaba un 3% de los ochenta mil euros que le pudiesen pagar, una miseria. Cuando sí firmó un buen contrato entonces cambió de representante.

¿Tiene rencor acumulado?
No, ninguno.

Pero podría.
Lo que no tengo es pelos en la lengua para contestar siempre que no me lleven a los juzgados. Sí podría tener rabia, porque Miguel Ángel López venía a entrenar a mi casa y luego cambió de representante y se fue a Mónaco. Pero la mía es una familia de corazón, en la que el rencor no te conduce a nada.

¿Le utilizaron?
No. Me pidieron colaborar con ellos. Pero yo sabía que no iba a ser así siempre. La vida es así. A usted mismo le podrá pasar. El día que no interese a la empresa le va a decir, `hasta luego, esto se ha acabado’.

¿Qué tal pensión le ha quedado?
Soy mileurista.

¿Y cómo se las arregla?
Nos arreglamos. Tengo buena salud que es lo principal. Mentalmente estoy bien. Tengo cuatro hijos. Tengo a mi mujer. Me divierto viendo a mis nietos y nietas correr en bicicleta.

¿Y usted no monta en bicicleta?
Cuando me dejaron de pagar dejé de hacer deporte.

Eso es que no le gustaba lo suficiente. 
O que soy muy vago.

Fue un muy buen ciclista, inolvidable en Kelme 
Inolvidable no sé. Pero hice casi treinta victoria de profesional. Me ayudó mi estatura. Era agresivo, inconformista. Me gustaba la pelea. Hay gente que me recuerda. Lo leo en Facebook. Hay quienes echan de menos ese ciclismo en el que yo fui uno de los protagonistas.

¿Qué le faltó como ciclista?
Nada. Cuando dejé de correr dije que lo di todo y no me quedó nada en la mente pendiente. Estuve once años de profesional en los que no pude hacer más. No me pongo a pensar en que hubiese pasado si hubiese cambiado de equipo. Llegué a Kelme en 1980 y dejé de correr en el 88 con Kelme.

Le echamos de menos en el Tour. 
Yo hice tres Tours (80, 81 y 88) y luego hice el Giro del 82 donde gané una etapa. Hice onces Vueltas a España y terminé casi siempre entre los diez primeros. Incluso en una de ellas subí al podio.

Y ahora está bien. 
Me gustaría estar mejor, como todos. Pero a nivel familiar, toda va bien. Tengo mi casa, mi campo, mis cuatro olivos. Voy a recoger a los nietos al colegio y tenemos una escuela de ciclismo donde doy clase los fines de semana. Y la fortuna que me dio el ciclismo fue la de tener grandes amigos.

¿Y tras la Operación Puerto?
Es verdad que desde 2006 puedo contar los amigos que se quedaron conmigo con los dedos de la mano. Pero esto es así.

La gente es muy interesada.
Por eso le digo que no me sorprendió. Ya lo sabía. Mire, cuando fuimos protagonistas en el Tour de 2000 y 2001, todo eran entrevistas. No me dejaban salir del coche. Pero en 2003 no logramos resultado y ya no interesaba y, en realidad, yo era el mismo. Me seguía llamando Vicente Belda. Pero los éxitos no acompañaban y ya no eras noticia. ¿Por qué? Lo que decíamos antes. La vida es así.

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