El silencio de Leo Messi

Leo Messi ya tiene su cuarta Bota de Oro

Leo Messi ya tiene su cuarta Bota de Oro / sport

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

En esa transmisión tan coral, tan polifacética, tan sonora, tan de fotos colgadas en la web (es decir, la radio en imágenes, casi televisión, no, no, perdón, es la TdP, es La transmissió d’en Puyal, por favoooor), mezcla de encantadoras voces femeninas y jóvenes emprendedores, cañeros, sonoros, alguien que tiene voz de fiscal, casi de sentencia, respondió de una manera muy, muy curiosa, demasiado, diría yo, a la pregunta que el ‘mestre’ Puyal lanzó al aire: “Factoría”, pues es una fábrica de noticias y consultas, “¿por qué tienen tanto poder los futbolistas?” La respuesta fue algo así como “porque los presidentes tienen poca personalidad, o fuerza… tal vez si Pep Guardiola fuese el presidente estas cosas no pasarían; miremos el Bayern de Múnich, con Uli Hoeness de presidente…”

Ni que decir tiene que el comentario, la charla, la tertulia, se producía mientras esperábamos la salida de los entrenadores en la sala de prensa, y giraba alrededor de Leo Messi, cómo no, que sigue sin firmar el contrato que está en vigor y que ha firmado todo dios, incluido su padre y demás representantes, habidos y por haber, menos él. Y ya no digamos la foto. Giraba sobre ese asunto y, la verdad, yo creo que el Bayern no tiene ese problema porque no tiene a Leo y Hoeness está limpio de polvo y paja porque no tiene al señor Messi en su nómina. O a Neymar Júnior, que hace lo que le da la gana en el PSG. O a Cristiano Ronaldo, que se queja de que España y el Real Madrid le maltratan y no le quieren y no pasa absolutamente nada.

Es posible, ¡claro que sí!, que con Pep Guardiola de presidente, Leo Messi ya se hubiese hecho la foto con el presidente del Barça. E, incluso, hubiese acompañado al presidente a la puesta en marcha de la escuela de fútbol en China, en concreto en la isla de Hainan, conjuntamente con Mission Hills Group, en una instalación compartida con la Federación China de Fútbol, aunque a ‘La Pulga’ pareció hacerle más ilusión la propuesta de Mediapro, en Nanjing, es decir, el Messi Experience Park. Todo eso y más, mucho más, incluso poner en valor de mercado la firma y la foto es posible ¡vaya que sí! ¡Se trata de Leo Messi, por favor! ¡El mejor futbolista, jugador, de todos los tiempos!

Pero el caso es que pasados los días, las semanas y hasta los meses, cobrando ya como está cobrando su nuevo contrato desde hace un montón de tiempo (nueva cláusula de huida, de traición –lo digo por Neymar, no por Messi, ¡por favor!—incluida), no tiene demasiado sentido que la estrella argentina, que lleva más, mucho más, de media vida en Barcelona, en Castelldefels, entre nosotros (no digo, no, que se sienta catalán, no hace ni falta), siga regateándole (lo que mejor sabe hacer el muchacho) la foto, no ya a Josep Maria Bartomeu, que parece haber pasado ya los momentos de zozobra en los que la foto podía suponer un espaldarazo a su gestión, sino al Barça, el club que le paga (¡Dios, cuánto!), que serenaría los ánimos, no solo de Joan Manuel Serrat, sino también de millones de seguidores.

No les voy a engañar: Bartomeu sabe por qué no hay foto, pero no lo puede contar. Nadie se lo creería. Y por eso prefiere mirar hacia otro lado, tragar saliva cuando Serrat muestra su preocupación negro sobre blanco (quién sabe si le llamó para tranquilizarle, fijo, seguro) y hasta pasar página, esperando que alguien del entorno de Messi le diga cuándo firmará y se hará la foto.

Pero es evidente que nadie es perfecto. Lo siento, tampoco Leo Messi y su entorno. No es de recibo tratar así al club que, desde que te pagó las inyecciones para que crecieses hasta que te convirtió en el jugador (con razón, por derecho, porque lo merece, porque es el mejor) mejor pagado de la historia, construyó una carroza de oro y brillantes para colocarte en lo más alto del altar futbolístico, lugar que el argentino ocupa por el Barça y solo por el Barça y nada más que por el Barça, no por su Argentina natal, de donde debió huir para crecer, para ser grande, inmenso, el mejor, el único. Como decía aquel: Maradona todos los días.

Por eso y solo por eso, fue muy doloroso, casi hiriente, que Leo Messi no dijese (o bromease, ¡hasta una gracia hubiese sido suficiente!) una sola palabra sobre su firma, sobre la foto. Un “estén tranquilos, firmó papá, y eso basta”. Ni eso.