Rendimiento burocrático

Paco Alcácer y André Gomes durante un entrenamiento del FC Barcelona de la temporada 2016/17

Paco Alcácer y André Gomes durante un entrenamiento del FC Barcelona de la temporada 2016/17 / EFE

Xavi Torres

Xavi Torres

Una atención a las preguntas. La primera: quedan once partidos de Liga. ¿Puede el Barça ser campeón con Ter Stegen, Mascherano, Piqué, Umtiti, Sergio, Iniesta, Rakitic, Rafinha, Messi, Neymar y Luis Suárez? La segunda: ¿Y de la Champions? Y la última: ¿Y de la Copa? Seguramente la mayoría de las respuestas serían afirmativas. Es el equipo de la remontada. Sin embargo, el partido ante el Deportivo ha vuelto a demostrar la realidad barcelonista. A pesar de los millones invertidos el banquillo azulgrana apenas suma. Y algunos veteranos, dicho sea de paso, también se han acomodado.

Entre los nuevos, ¿es una cuestión de calidad? Nadie exige estar a la altura de Messi o Neymar y es evidente que Arda o André Gomes -por citar dos de los nombres más señalados, aunque no los únicos- tienen buen pie, o Alcácer, desaparecido goleador de toda la vida. Para jugar en el Barça hay que ser muy bueno y si están aquí es que lo son. Pero llegados a este punto y no olvidando las dificultades de adaptación a un sistema tan exclusivo es necesario introducir un nuevo elemento: la responsabilidad individual.

Es cierto que Piqué saca el balón de maravilla y que Sergio es el mejor en el control de los tiempos. Y que Iniesta avasalla desde la media punta. Y que Neymar y Luis Suárez son cracks con mayúsculas. Y Messi. En fin, lo del 10 es de otro planeta. Y claro, son futbolistas con tanta personalidad, tan ganadores, que asumen el liderazgo con una extrema normalidad. “¡Dame el balón, que ya me la juego yo!”. Correcto. Una y mil veces. Pero hay ocasiones que a Piqué lo tapan, a Sergio le hacen el campo demasiado largo, Neymar tiene molestias y Leo y Suárez no se encuentran. Y cuando estas cosas pasan hay que esperar un “¡esta vez no te la doy que me la voy a jugar yo!”. Pero no. En el Barça actual demasiados futbolistas, abrumados por el talento de algunos de sus compañeros, han dimitido en el protagonismo que tuvieron en otros momentos y/o en sus antiguos clubes. Pocos se la juegan en el uno contra uno porque prefieren dársela a Messi. Y no penetran en el área porque ahí aparecerá él y solucionará el partido. Y no dan un último pase ganador porque ya lo hará Leo. Y, por tanto, no hay paso adelante que rompa esta sensación de rendimiento burocrático.

¿Que hay que correr tras la pérdida de balón? Se corre. ¿Que hay que situarse bien en la posición para la posesión? Pues eso. ¿Que hay que tapar espacios, o abrirlos, o marcar, o saltar? Se hace. Nada que objetar. Pero hay días que hace falta otra cosa. Como en La Coruña. Sin Neymar y con Messi enjaulado. Un paso adelante. Atreverse. Algo más que simplemente cumplir.