Palabra de director

El partido del desquite

Los jugadores del Celta celebrando un gol

Los jugadores del Celta celebrando un gol / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

Qué pasó en Vigo la tarde del domingo 4 de febrero? Posiblemente podría escribirse un libro para recapitular todas las presiones que recibió el Celta, la ciudad de Vigo y la Liga para que el Celta-Madrid se jugara a pesar de que un vendaval se había llevado una parte de la cubierta de Balaídos y estaba amenazada seriamente la seguridad de la gente que habría acudido al estadio.

El mismisimo alcalde de Vigo Abel Caballero denunció las presiones de Florentino Pérez, que aquella tarde intentó por todos los medios que el partido se jugara porque el Celta ya había anunciado que lo haría con suplentes para reservarse para las semifinales de Copa que tenía tres días después.

El presidente del Madrid apretó las tuercas hasta lo indecible pero se encontró con un alcalde con personalidad que resistió las amenazas y antepuso la seguridad colectiva a cualquier otra consideración. La cuestión es que de todo aquel episodio quedó en el subconsciente del Celta una sensación de humillación y una herida que puede tener consecuencias deportivas en el crucial partido de esta noche en Balaídos. Lo ha advertido Berizzo y lo han repetido el presidente del Celta y evidentemente el alcalde Caballero: Vigo no olvida lo que sucedió el 4 de febrero, cuando una ciudad respetable fue tratada durante unas horas como si fuera una aldea sumisa al poder oscuro de la capital.

A partir de un cierto momento de la tarde de aquel 4 de febrero, cuando pasaban las horas sin que la Liga diera por suspendido el partido, quedó en el Celta una sensación de menosprecio que solo puede ser expiada deportivamente, en un campo de fútbol y usando la magia que tiene a veces este deporte para transformar la sociedad. Dicen que el Celta hoy no se juega nada, y efectivamente así lo dice su clasificación y un calendario en el que ya no se juega nada. Pero en el fútbol, por suerte, hay citas en las que lo más importante no son los puntos ni la fama ni el dinero. Hoy en Balaídos está en juego un desquite, que no solo afectó a un club sino a toda una ciudad.

El alcalde Abel Caballero ayer volvió a recordar que “el Madrid no se portó bien” y por si alguien tenía alguna duda recordó: “el Celta va a salir a ganar, con el equipo que tiene puede ganarle a cualquier equipo.“ El Madrid vuelve, pues, al lugar del crimen y le espera un partido cargado de emociones. El orgullo del Celta es ya casi la última bala que le queda al Barça.