El juego de los errores

Valverde durante una sesión de entrenamiento

Valverde durante una sesión de entrenamiento / EFE

Xavi Torres

Xavi Torres

Nada menos que 34 puntos sumados sobre 36 posibles. Doce jornadas excelentes de resultados. Números de récord y, por lógica, de títulos. Aunque el sentido común, en el fútbol, suele brillar por su ausencia. Y este es, justamente, el encanto de este deporte que tiene, en el error, uno de sus principales actores: se juega con los pies, con botas de tacos, en terrenos de juego más o menos deseables, con diez compañeros y once rivales en un espacio que tiende a reducirse, con la interpretación de unas reglas determinadas. Errores tras errores. Fútbol.

Así pues, de un lado, cometer errores y no frustrarse para aprovechar la experiencia para mejorar, y del otro, detectar y sacar partido de los fallos del rival. Así es este maravilloso deporte. Y así el Barça es el líder de la Liga. Sin un extraordinario nivel futbolístico colectivo -sobre todo, en comparación con su historia más reciente-, con dudas en el ataque combinativo y con evidentes hándicaps de talento y desborde en el aspecto individual, los de Valverde están solucionando sus problemas a partir de su dominio del oficio, su contundencia en las áreas y el aprovechamiento de los errores rivales. El sábado fue el portero del Leganés, Cuéllar, quien con dos despejes-regalo habilitó la resurrección goleadora de Luis Suárez. Extrañamente, con Messi poco acertado, el conjunto pepinero se hizo papilla a través de sus propios errores, los defensivos 

-ya comentados- y los ofensivos. Una vez más, Ter 

Stegen estuvo inmenso. El Leganés chutó a puerta más veces que el Barça pero que apenas haya anotado 9 goles en 12 jornadas no es una casualidad.

Es evidente que los hechos del verano han unido el vestuario -gran mérito de Valverde- y han provocado un paso adelante de futbolistas extraordinarios que habían cedido ante la descomunal personalidad de la MSN. El cambio de dibujo táctico, además, ha protegido al equipo sin apenas debate -las debilidades estructurales y los resultados, mandan-. Sin embargo, viendo lo que se ve, nadie a estas alturas se atreve a dar el título de Liga al Barcelona a pesar de los diez puntos de ventaja respecto al Real y al Atlético de Madrid (con el permiso del Valencia). ¿Por qué? Porque la fiabilidad del Barça se asocia a los resultados pero no al juego. Y, casi siempre -como es evidente, tampoco esta premisa es matemática-, los resultados llegan como consecuencia directa del juego del equipo.

Los de Valverde afrontan ahora Juventus y Valencia 

-ambos partidos fuera del Camp Nou-. Partidazos. Con sus errores y, esperemos también, con mucho fútbol.