Errores claros y soluciones valientes

Cristiano Ronaldo celebra el título en el césped nada más terminar el choque

Cristiano Ronaldo celebra el título en el césped nada más terminar el choque / AFP

Pichi Alonso

Pichi Alonso

La ‘Duodécima’, como poco, invita a dos reflexiones iniciales: la primera es dolorosa y exige aceptar con humildad la evidencia que el Real Madrid ha sido el mejor. La Copa, recién ganada, pierde valor cuando a su lado la plantilla blanca levanta el trofeo de la Champions. La segunda valoración invita a un acto de valentía, la necesaria para adoptar medidas que incrementen el nivel de competitividad de la plantilla del Barça.

Queda claro que el Barça puede ganar a cualquiera, que nadie olvide que hace solo unas semanas derrotó al Madrid en el Bernabéu, de la misma forma que en un campeonato de largo recorrido, como la Liga, o en los grandes enfrentamientos de la Champions, los de Luis Enrique lo pasan mucho peor que los de Zidane. Y eso es producto de la inferioridad de la plantilla azulgrana.

Bartomeu, Valverde, Robert y aquellos que tengan capacidad de decisión deben analizar a fondo el empobrecimiento de la plantilla del Barça y extraer las correspondientes soluciones.

De entrada resulta fácil pedir refuerzos en forma de lateral, central, centrocampista, un punta… Me imagino que casi todo el barcelonismo coincidiría a la hora de señalar la necesidad urgente de potenciar la plantilla para equiparar como mínimo el generoso fondo de armario que ha mostrado el Real Madrid con los Morata, Lucas Vázquez, Asensio, Kovacic y compañía.

Más allá de entrar en el juego del mercado, sí creo que es fundamental partir de una premisa que condiciona todo el juego actual del Barça: hay que encontrar la fórmula para seguir potenciando las virtudes del tridente formado por Messi, Neymar y Luis Suárez. De la misma forma, tenemos que paliar las deficiencias que conlleva el tridente, que también las tiene. Su vocación ofensiva genera desajustes en el centro del campo y en la estructura defensiva global. Es imprescindible buscar el equilibrio. A partir de ahí, todo resulta más fácil.