LA ÚLTIMA
Johan, aquel que cambió el Barça
Cinco de la tarde de aquel domingo. Llega Johan vestido de frac y cambia la historia del Barça. Así: plas. Camiseta de manga larga, número 9 a la espalda, meses esperando el plácet, Barça en barrena, eliminado en la Copa de la UEFA, penúltimo en Liga, con 4 puntos y dos negativos (entonces existían los puntos negativos) tras seis jornadas. El Barça de entonces, vaya, una veleta. Llega Cruyff, agarra el timón y se dirige a puerto: desde aquel 28 de octubre de 1973, el equipo encadenará 17 victorias y 6 empates para conquistar una Liga que se resistía desde catorce años atrás. Johan marcará dos goles en su debut frente al Granada y 14 más en los siguientes encuentros.
El Camp Nou lo vivió como un milagro. Johan era un genio con levita. Treinta años más tarde, Ronaldinho produjo un efecto similar entre la afición, con su sonrisa, aquellos malabarismos, el gol trasnochado ante el Sevilla, sus galopadas en el Bernabéu y su magia. Pero quien cambió la historia fue Johan. Ronaldinho fue un mago, Cruyff un genio. Como futbolista nunca volvió a ser el de su primer año en el Barça, pero su mejor aportación no fue esa, sino la que advino en 1988, cuando regresó como entrenador.
Poca gente sabe que Johan vivió un cambio profundo en su mentalidad. Como artista era genial, pero sus conceptos futbolísticos estaban muy influidos por los entrenadores ingleses que había tenido en Holanda (Vic Buckingham le hizo debutar en el Ajax en 1964). Como jugador creía que el estilo británico dominaría el mundo. Ya retirado, reflexionó, regresó a sus orígenes (Jany Van der Veen fue su maestro en la cantera ajaccied), filtró conocimientos y evolucionó. Cuando llegó al Camp Nou como técnico, sus ideas eran otras: dominar el balón, organizarse a partir del cuero, atacar como vocación... En fin, los fundamentos del juego de posición. Johan los inyectó hasta la médula espinal del Barça: desde el primer equipo hasta el último conjunto de la base. Frente a las reticencias históricas de un club que no poseía un estilo propio de juego y contra los vientos de las urgencias y los resultados, Cruyff inoculó una idea revolucionaria en el fútbol mundial.
Su aportación como técnico trasciende los triunfos que conquistó con el Dream Team. Aunque nunca supo articular intelectualmente los conceptos que aplicaba (otros lo hicieron por él y con gran acierto), su influencia resultó trascendental. Años después, Rijkaard y Guardiola en el Barça (y Luis Aragonés y Vicente del Bosque en la selección) sublimaron aquella idea y consiguieron éxitos nunca soñados. La influencia del genio con levita fue gigantesca como jugador, pero trascendental como técnico. Hombre de mil defectos, sin duda, pero sin el cual el Barça no sería lo que es hoy.
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