MI VERDAD

Armstrong, tramposo, mentiroso y estafador

Josep Maria Casanovas

UN CASO SIN PRECEDENTES. Muy triste, muy decepcionante, muy dramático. Un informe de mil folios de la Agencia Antidopaje de los Estados Unidos descubre a Lance Armstrong como un tramposo, un estafador y un mentiroso. El campeón se cae del pedestal. El relato es demoledor, con el testimonio de quince ciclistas que acusan al tejano de haber montado el programa de dopaje más sofisticado jamás descubierto en el mundo del deporte. Entre las pruebas aportadas hay análisis de sangre manipulados, registros de pagos a diversos bancos suizos por más de un millón de euros destinados al médico italiano Michele Ferrari, especialista en las transfusiones de EPO. Cuesta entender cómo el hombre que durante una década impuso su ley en el ciclismo mundial ganando siete Tours podía llevar una doble vida. Máxime cuando encima era tan cínico de presumir de no haber dado nunca positivo en más de quinientos controles. ¿Cómo puede ser? El documento relata con pelos y señales las trampas que Armstrong autorizó para esconder el dopaje presentando al líder tejano como el jefe de un equipo mafioso donde la ley del silencio era de obligado cumplimiento. Esta denuncia deja en muy mal lugar a la Unión Ciclista Internacional, que demasiadas veces prefirió mirar hacia otro lado cuando se levantaban voces de sospecha.

UNA ESTAFA MONUMENTAL. No cabe duda de que estamos ante el mayor escándalo de doping del mundo del deporte. El caso Festina (1998) y la Operación Puerto (2006) parecen un juego de niños ante el informe de la USADA, que aporta pruebas irrefutables como recibos bancarios, correos electrónicos y testimonios bajo juramento de veintiséis personas, once de ellos exgregarios. El documento ya está en manos de la UCI, que dispone de tres semanas para dictar sentencia sobre la propuesta de suspenderlo de por vida, desposeerle de la medalla olímpica y quitarle los siete Tours. Las sospechas persiguieron a Armstrong toda su carrera, pero nadie podía imaginar un fraude de estas características en el que la conexión española es frecuente a través de médicos, entrenadores y lugares como Valencia y Girona. Visto el revelador informe, ya no extraña que Lance, acorralado, renunciara en junio a rebatir los cargos que se le imputaban. Su silencio es interpretado por algunos como una confesión de culpabilidad que jamás reconocerá en público. Es el final lamentable de un campeón de mentira, de un hombre que ha estafado al deporte, que ha engañado a millones de aficionados.