Mourinho no consigue que le echen

BOMBA ATÓMICA. Primero probó con Casillas y, aparte de dividir todavía más al vestuario, no obtuvo reacción de la presidencia. Más tensión, más críticas mediáticas hacia su persona, pero poco más. Florentino no movió pieza y el hecho de que Iker no le echara a la afición encima hizo que la bomba se desactivara sin la explosión que él pretendía. Pero Mourinho tenía otra bomba preparada, esta vez la bomba atómica, y la cargó tras el partido de Copa contra el Valencia. Bronca a Cristiano Ronaldo y a ver si ahora por fin Florentino se entera de que lo que quiere es que le echen.

En estos momentos, Mourinho es un hombre solo y enfrentado a todo el mundo. Ni los portugueses con los que ha vivido pertrechado las últimas temporadas se fían de él. Primero puso la cruz a Coentrao, luego a su fiel Pepe, por no esperar a final de temporada para operarse, más tarde a Di María, que no es portugués pero era del clan, y finalmente a Cristiano. Y lo de Cristiano ya son palabras mayores. Esa ya es una pelea de gallos gallísimos, de gallos que cuando se sienten agredidos van a por todas. Cristiano ya ha hablado con Florentino. “O él o yo”, le ha dicho al presidente. A partir de ahí, Florentino no tiene ninguna duda. Mourinho está sentenciado.

La cuestión es saber cuándo dejará de ser entrenador del Madrid. Él quiere que le echen ya, para llevarse una pasta, pero no lo consigue. Si mañana sienta a Iker y a Cristiano en Valencia, la provocación ya será infinita, pero puede que la venganza de Florentino sea mayor. Ni un euro y que se ahogue en su fracaso. Sería lo más inteligente.