Cuatro horas contra doce palabras

Serán los tiempos modernos, que marcan el devenir de los acontecimientos al ritmo de las redes sociales, pero lo cierto es que ayer Bartomeu se tiró casi cuatro horas hablando ante la prensa sin conseguir dar la sensación de que Neymar estaba renovado y Neymar no necesitó más de tres líneas en Twitter para que el mundo entero lanzara a los cuatro vientos la noticia de su renovación por el Barça. Cuatro líneas, por cierto, de esas que llegan al corazón de los aficionados. Más exactamente, doce palabras, en portugués, para proclamar que está muy feliz de seguir viviendo este sueño... Para rematarlo con un espectacular “Visca el Barça y Visca Catalunya”. El corazón de Neymar ha podido más que la poderosa maquinaria de comunicación del club. Un tuit vale más que mil palabras. Un mensaje lleno de sentimientos, más que cuatro horas ante un micrófono. Me alegro porque lo que le llega al barcelonista es el cariño y el compromiso del jugador, claro, inequívoco, después de unas semanas repletas de falsedades e intoxicaciones que algunos se han creído y han propagado con ellos sabrán qué intención, aunque me temo que con no demasiada buena intención desde el punto de vista azulgrana.

UMTITI Y GABRIEL JESUS. Una cosa que sí dijo Bartomeu, y tiene razón, es que la renovación de Neymar es como un fichaje, el mejor fichaje del año, diría yo, a tenor de las cantidades descomunales invertidas, pero, también, por las siguientes informaciones que dio el presidente. Para empezar, no habrá más central nuevo que Umtiti, lo que quiere decir que se ha cambiado a Bartra por el camerunés perdiendo diecisete millones en el camino. Muy seguros han de estar los técnicos de la calidad de Umtiti para dejar la cobertura del eje de la defensa prácticamente como estaba. Para entendernos, creo que habrá que seguir rezando para que Piqué y Mascherano no se constipen. Por lo demás, el delantero será joven y con proyección o veterano y barato, lo que descarta a Gameiro y propulsa a Gabriel Jesus, un chico que ilusiona y más después de ver que Bartomeu, que no se moja ni en la ducha, se mojaba un poco por él.