Un Sol llamado Leo Messi

Sin novedad en el frente: el Barça entero sigue gravitando alrededor de un sol gigantesco llamado Leo Messi. Esta semana nos llegaba una señal luminosa inquietante, una insinuación acerca de su futuro, y hemos sentido un repentino ataque de frío, quizás una anticipación de la glaciación que se producirá si un día se va. Como es habitual, la indirecta ha sido desmentida a la velocidad de la luz, pero queda en el aire una extraña sensación de inquietud. Porque Messi habla muy poco pero sabe muy bien qué dice, por qué lo dice y cuando lo dice, y si no que se lo pregunten a Javier Faus. No por ninguna casualidad la insinuación del astro argentino se desliza en el momento justo en que la nave deportiva navega sin un rumbo claro. A pesar de la presencia de Neymar y Suárez, Messi ha jugado últimamente menos arropado y más atrás, donde hace menos daño. El ecosistema por donde se mueve se ha alterado y la consecuencia es que rinde menos: si el Sol se apaga, no hay Sistema Solar. Ha sido bajar Messi el rendimiento y de repente aparecen las voces oportunistas que vuelven a plantear su eventual venta, como si el Barça fuera un fondo de inversión y no lo que debería seguir siendo, es decir, un gran proyecto para hacernos felices. Y es que en realidad la cuestión no es cuándo lo vendemos sino qué debemos hacer para que el mejor jugador de la historia vuelva a estar a gusto. Así pues, déjense de experimentos, recuperen el medio campo que le servía pelotas como sirven canapés los camareros de lujo y sobre todo armen un proyecto de club que seduzca a alguien más que al emir de Catar. Abandonen patéticas venganzas en los juzgados, arreglen el desaguisado de la FIFA que impide que 17 estrellas de La Masia puedan jugar y cuiden todo lo que ha hecho grande este club. Quizás así lograremos un día que una estrella no se vaya por la puerta de atrás. Messi ha hablado y el mensaje debe ser escuchado. Por su bien y sobre todo por el nuestro.