LA PAÑOLADA

Junta Obedecedora

La gestora cumple con la tradición: ser una marioneta en manos de la junta saliente

La gestora cumple con la tradición: ser una marioneta en manos de la junta saliente / sport

Ernest Folch

Es una junta, sí. Pero deberíamos quitarle el adjetivo ‘gestora’, que la reviste de un tecnicismo inexistente. Porque en el Barça hoy no manda ninguna comisión gestora sino más bien una junta obedecedora, que rima pero no es lo mismo. Asistimos con sorpresa a una escalada de decisiones realmente curiosas, que van desde el traspaso de Deulofeu al anuncio fantasma del entrenador del Barça B, filtrado y luego matizado, pasando por el fichaje semioficial de Arda Turan o un supuesto bloqueo de Pogba. Lo curioso es que de repente el club se ha puesto a fichar y cambiar cromos, en pleno teórico vacío de poder, con el entrenador de vacaciones y sin que ni siquiera haya ningún director técnico, partiendo de la base de que Ariedo Braida es alguien provisional incluso para los que le ficharon. Todas estas órdenes tienen implicaciones deportivas y tienen que ver cuestiones tan sensibles como el futuro de jugadores de La Masia o la estructura del medio campo. Ante este panorama cabe preguntarse: ¿Tiene el presidente de la gestora Ramon Adell ideas propias o se limita a obedecer lo que le dicta la junta saliente? La pregunta es retórica, por supuesto. Porque esta gestora, como manda la tradición, es simplemente una marioneta controlada en la sombra por los que acaban de dejar el poder. La finalidad de esta suplantación es tan sencilla como grosera: servir de propaganda electoral desde dentro del club y con recursos ajenos. “La maquinaria no puede parar”, se dice solo para encubrir operaciones que perfectamente podrían esperar quince días o sencillamente no locutarse en directo, como este show de Braida y otros ejecutivos en Milán vacío de contenido pero destinado a la propaganda de uno de los precandidatos. Cierto, no ha habido en la historia reciente una gestora neutral, ni es exclusiva de esta junta recién salida el control descarado del club con fines escandalosamente propagandísticos. Pero a ver si logramos que un día el proclamado ‘fair play’ sea realmente un principio ético para todos y no sólo una exigencia de boquilla.