Entrevista

Ferran Latorre: "La montaña me habla y yo la escucho"

Vive por y para un sueño. Quiere ser el primer alpinista catalán en ascender a los catorce 8.000... ¡sin oxígeno artificial! Reivindica valores como la ética en el entorno natural. En tiempos encorsetados, hollar una cima le hace más libre

Compartir la belleza de la naturaleza es para Ferran lo más cercano a la libertad absoluta, algo sin lo que no podría vivir

Compartir la belleza de la naturaleza es para Ferran lo más cercano a la libertad absoluta, algo sin lo que no podría vivir / sport

Carlos R.Galindo

En busca de su catorce 8.000. ¿No es eso ambición?

Para nada. No osaría ser ambicioso con la montaña. Cometería un error de grueso calibre. Con la montaña hay que ser muy prudente, no sea que se enoje...

¿Pero ese es el reto en el que se halla inmerso?

De forma casi involuntaria. En 2012, cuando ascendí a mi sexto 8.000, me pregunté, ¿y por qué no? En eso sigo. Paso a paso,  cima a cima... Y así, hasta 12x8.000 que llevo ahora mismo. Ya solo me faltan dos. 

¿Así de fácil?

Así de fácil. Trabajaba en Televisión Española en el programa ‘Al filo de lo Imposible’. Era cámara. Eso me permitió adentrarme en un proyecto que más tarde cobraría forma.  Hasta hoy...

¿Este viernes inicia el penúltimo capítulo de un sueño que lleva años gestándose?

Sí. Mañana viajaré para iniciar el asalto al Panga Parbat (8.125 metros) con la peculiaridad de que queremos abrir una nueva vía. Trataré de alcanzar la cima con otros dos alpinistas franceses y uno alemán. 

La ventaja es que, en esta ocasión, ya está aclimatado...

Sí, porque hará cosa de dos meses hollé la cima del Makalu, la quinta montaña más alta del planeta.

Explíqueme, ¿por qué los 14x8.000 metros?

Quiero ser el primer alpinista catalán en coronar las 14 cumbres más altas del planeta sin oxígeno artificial. De momento solo lo han conseguido 15 alpinistas en todo el mundo; el primero de ellos, Reinhold Messner en 1986. También lo han logrado tres vascos... 

¿Y por qué sin oxígeno artificial?

Porque es una forma de reinvidicar valores esenciales de la montaña como la ética, lo genuino, la naturaleza en estado puro... Detesto la artificialidad. Tampoco utilizamos helicópteros para acceder al campo base ni sherpas... Claro que eso se cobra un alto precio, porque nos obliga a disponer de más tiempo.

Cuando se está ahí arriba, ¿en qué se piensa?

Yo no pienso en nada. Solo siento una paz interior enorme. En ese instante me considero el hombre más afortunado del mundo. Y contemplo una belleza sin parangón, una belleza al alcance de muy pocos. Y me dejo ir. Solo en ese momento me siento absolutamente libre. La vida de las personas se hace muy pequeña ante tanta inmensidad.

¿Qué presupuesto tiene una aventura como la suya...?

¡Ya estamos...! (dice de mala gana). Es la pregunta de siempre. Entiendo que se ha impuesto la cultura de querer saberlo todo pero, ¿qué puedo decir? Mis expediciones son caras porque están muy bien equipadas tecnológicamente. En la ascensión al Makalu, por ejemplo, gasté 8.000 euros en Internet. Grabamos en vídeo –también en formato para móviles–, edito en el campo base, elaboramos un documental para TV3, filmamos con cámaras profesionales... Todo eso suma, claro. 

.... 

No es lo mismo comprarse un vehículo utilitario que un Aston Martin. Se puede afrontar un reto como este desde los 6.000 euros , hay alpinistas que pueden gastar 60.000 y otros, muchísimo más... Depende de las necesidades de cada cual. 

Imagino que los patrocinadores son necesarios...

Claro que sí. Yo cuento con dos espónsores principales que son La Caixa y GAES. Pero también tengo algunos más pequeños, como los calcetines en Forma, que ponen un enorme entusiasmo y me ayudan mucho... 

¿El ciclo se cerrará...?

El ciclo se cerrará con la ascensión al Everest, en la primavera de 2017. 

¿Y después?

Ya me lo plantearé. Explicaré mis experiencias al mundo empresarial, daré conferencias –algo que ya viene haciendo con regularidad–... Hablaré de valores como el liderazgo, el espíritu de equipo, la incertidumbre ante el desafío y la resolución en momentos críticos. 

Siempre con la montaña como argumento...

La montaña me ha enseñado a ser humilde y mejor persona. De nada sirve la prepotencia que muestran  otros deportistas. El alpinista está hecho de otra pasta. Es más sencillo, más sincero... Ha aprendido a escuchar a la montaña, a pedirle permiso... Y a callar.