Sexto sentido
El debate de la investidura
Esta es una de esas semanas enriquecedoras y estresantes en las que hablas y te relacionas con personas de pelaje diverso y con las que te une y te separa lo divino, lo humano y lo futbolístico. Realizado el barrido de izquierda a derecha, mejor me abstengo de lo político y me traslado a otra ventanilla, para entretenerme con lo deportivo, algo que llevo con mejor café. Porque hay debates paralelos que también pretenden investir a un jugador o a un equipo por encima de otro. Insistentes. Pesados como una gotera. Y detecto, a estas alturas de la Liga, que hay una masa blanca que no acaba de digerir ciertas realidades. Distraídos con un quítame allá a Casillas de la selección o a James del equipo pasan desapercibidas, como el que no quiere la cosa, la larga lesión de Benzema, la sanción FIFA y la devolución de 18,4 millones al Ayuntamiento de Madrid que recibió el Real Madrid en 2011. Me pilláis bondadosa y ahí lo dejo como un aviso en la agenda del móvil para que os lo vaya recordando. Mejor me centro en el otro debate de investidura deportivo que algunos –muchos– siguen alimentando. Mientras el equipo madridista suma puntos con un fútbol indefinido de marca blanca y sin echar excesivamente de menos a Cristiano, sigue avivándose el fuego de la campaña para decidir quien es el mejor jugador del mundo o el futuro Balón de Oro. Me decía ayer un colega madrileño que nunca hubiera imaginado ver otra versión de Messi. Mejorada, claro. Y me reconocía, con la boca pequeña y la admiración grande, que este momento de Leo es espectacular. Lo es. El suyo y el de este Barça sólido, reconocible y sacrificado que es capaz de firmar los dos primeros partidos de Liga con caligrafía primorosa. Perpetuar la controversia me parece de risa. Aún cuando me inunden y machaquen con mensajes sobre la Eurocopa ganada por uno y la final de la Copa América perdida por otro. No compro. Prefiero analizar el minuto a minuto de cada uno de estos excelentes jugadores y lo que les sitúa por encima de los demás, eso que se sale de los márgenes y de los manuales de buenos y malos. Y si hay que investir a uno por decreto, ese es Messi. El nuevo Messi. El estable, reconocido, fino y maduro capitán Messi. El jugador 10 al que acompaña un técnico con los galones bien puestos, un equipo redefinido y reforzado y un juego que gusta y obtiene resultados. Ni vivo en los mundos de Yupi ni mi pareja es el inocente Espinete. Sé que queda un largo y tortuoso camino por recorrer en el que las piedras se tornarán controversias y juicios paralelos. Pero la realidad es tan tozuda como la calidad indiscutible. No hay debate. El jugador del mundo ya está investido.
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