Teatro del bueno

Homenaje a Puyol

Carles Puyol

Carles Puyol / sport

Carles Sans

Aquellos que llevamos el Barça pegado a nuestras vidas y además vemos el fútbol como un deporte de esfuerzo, de compromiso y de sentido de la responsabilidad, no podemos olvidar a Carles Puyol. A lo largo de la historia del Barça habrán sido muchos los jugadores que formados en La Masia, habrán soñado jugar en el primer equipo, y los que lo han conseguido habrán tenido en algún momento el deseo más difícil de cumplir: ser un jugador adorado por su afición. Ser un símbolo del barcelonismo es un trofeo que está por encima de todos aquellos que se puedan obtener a través del esfuerzo colectivo. Puyol disfruta de la codiciada retribución de ser admirado por todos y discutido por nadie, un jugador que no ha tenido precio porque siempre ha sido patrimonio del club. Un privilegio al alcance de muy pocos.

La pasada campaña lo dejó diciendo adiós en una breve rueda de prensa, y muchos aficionados no supimos darle la dimensión que eso verdaderamente tenía. Contaba con dos temporadas por delante, y renunció a ellas, un gesto que pasó desapercibido y que le honra como barcelonista y como persona. En el último partido de la temporada contra el Atlético de Madrid se le ofreció jugar unos minutos para que pudiera ser aplaudido por la afición, pero renunció al pensar que ese día el protagonismo lo debía tener el campeonato en juego y no él. Después, la directiva quiso homenajearle en una jornada tan insustancial como el Gamper, en que el estadio está repleto de turistas y no de socios. Renunció.

Ahora Puyol merece un homenaje por todo lo alto, a estadio lleno; un gesto que la directiva debe tener en consideración y que los socios agradeceremos para poder aplaudir la entrega y el inmenso orgullo culé de un deportista ejemplar.