"¡Puyi, Puyi... Puyi, Puyi...!"

Fue despedido con el grito de guerra "¡Puyi, Puyi... Puyi, Puyi...!". El grito que tantas veces ha sonado en el Camp Nou. Un grito que es, sin duda, sinónimo de pasión blaugrana, de amor a un club, de identificación total y absoluta con el Barça. Se va el mejor capitán de la historia barcelonista. Se va, no. Le retiran. Le retiran las lesiones. Unas lesiones que han marcado la última etapa de su carrera futbolística. Se va Puyol, pero se queda el símbolo. Se queda su lección de profesionalidad y de pundonor. Se queda su imagen besando la senyera en el Bernabéu. Se queda su imagen levantando la Liga, la Champions, la Copa, el Mundial de Clubs... 

Carles Puyol ha sido, es y será un referente para todos los culés. Y un ejemplo a seguir para todos aquellos futbolistas que sueñan con jugar en el Barça. Porque Puyol ha representado siempre esos 'valors' que tanto se identifican con el club y con su cuna, La Masia. Seguir los pasos de Puyol es seguir la senda del éxito, profesional y personal. Seguir los pasos de Puyol es seguir el camino seguro hacia el corazón de todo el barcelonismo. Puyol es el espejo en el que deben mirarse todos aquellos que sueñan con ser ídolos del Camp Nou. El grito de "¡Puyi, Puyi... Puyi, Puyi...!" es el símbolo de esa conexión emocional entre el futbolista y la afición. Una conexión que ya es eterna.

Puyol se va. Y merece hacerlo con un último título. El homenaje de hoy ha sido excepcional, maravilloso. Pero estoy convencido de que Puyol lo que quiere, de verdad, es levantar la Liga por última vez el sábado en el Camp Nou. Su última Liga. Su último título de blaugrana. Su mejor despedida...