Coutinho: Un paso al frente que no llega

Coutinho, lamentándose tras una acción

Coutinho, lamentándose tras una acción / AFP

Sergi Capdevila

Sergi Capdevila

Todos coincidiremos en que la de Coutinho es la incorporación que más ilusión ha generado de los últimos años. Verle caracolear y dejar rivales atrás en el Liverpool, disfrutar con él marcando golazos marca de la casa con recorte hacia dentro y ‘folha seca’ al palo largo. ¿Quién no tenía ganas de verle vistiendo los colores del Barça? Su llegada, además, no pudo generar más expectación. El verano de 2017 se frustró por detalles y en invierno aterrizaba con ese cartel de tan dudoso gusto de ‘fichaje más caro de la historia del club’. No pudo jugar la Champions en la temporada de su estreno y en el resto de competiciones dejó una buena impresión siempre pensando en que incorporarse a un equipo en mitad del curso conlleva dificultades y la adaptación verdadera se produce a partir del primer curso completo. Y en ello estamos. Y seguramente no en el punto que nos gustaría ni desearíamos.

Los números que arrastra esta temporada el '7' del Barça, sobre todo en estos últimos dos meses, son más bien discretos. Ha marcado tan solo dos goles en los últimos dos meses (hace más de un mes que no marca, desde el clásico en el Camp Nou) y su incidencia ha ido decreciendo. Acumula cinco goles oficiales en total (cuatro en Liga y uno en Champions), una cifra que no es preocupante pero sí inferior a sus capacidades. Menos protagonismo ha tenido incluso en otra parcela en la que debería dominar, la de las asistencias. Tan solo ha dado una en la Liga, mientras que en Champions sí ha repartido tres. 

Ni la afición, ni el club ni un Valverde que confía (o hasta ahora lo ha hecho) ciegamente en él como indiscutible en el once. Ha actuado como interior y en una parcela más adelantada acompañando a Suárez y Messi. Ha dejado destellos, fogonazos, pero para jugador de ‘destellos y fogonazos’ representaba que ya teníamos a Dembélé. De Coutinho se espera que tenga bastante peso en el juego ofensivo del equipo, que sea protagonista, que aparezca, que se asocie continuamente con Messi y Suárez en el triángulo de equipo y que enlace entre la medular y la zona de finalización. Pero más allá de un par de grandes goles y de algún ‘rayo de luz’ esporádico, se sigue esperando la mejor versión del futbolista nacido en Río de Janeiro.

El gran trecho entre coutinho y ronaldinho

Quizás estamos mal acostumbrados con el perfil de mediapunta brasileño alegre, vertical, protagonista y que quiere estar en todas las salsas que desprendía Ronaldinho y queremos otorgarle al ex del Liverpool un papel o una losa que no merece. Simplemente porque su perfil no se parece al de ‘Ronnie’. Es más bien un personaje discreto, diríamos que de apariencia hasta tímido. Todo lo contrario que su compatriota. Desde su llegada impregnó al club de una alegría pocas veces experimentada en una entidad históricamente prudente (diríamos que demasiado) y quizás con una ligera tendencia a la autodestrucción.

Cierto es que Coutinho ha llegado en una época que nada tiene que ver con la que vivió el ‘10’ en can Barça. El Barça vive instalado desde hace más de una década en un ambiente ganador y con un faro y un astro llamado Leo Messi que eclipsa todo lo demás y consigue ‘esconder’ las carencias que haya podido tener cualquiera de las últimas 12 plantillas que ha tenido el cuadro azulgrana.

Ayer en el Camp Nou frente al Villarreal el brasileño tenía una nueva oportunidad para dar ese paso al frente y cargarse parte del juego ofensivo a sus espaldas. Pero ayer volvió a pasar desapercibido, a mostrar su versión irregular. Fue, de hecho, el primer futbolista en ser sustituido por Valverde (algunos en sus casas ya blasfemaban pensando que el extremeño volvería a escoger a Dembélé como primer jugador en abandonar el césped) y lo más destacado que hizo fue un obús de los suyos tras recorte hacia dentro que terminó en agua de borrajas. Ya son muchos partidos con idéntico patrón para el ex de Liverpool, Inter y Espanyol, al que no sabemos si le pesan más los 150 millones de euros que el club pagó por él o la figura de Leo Messi como dueño absoluto del cariño de la grada y del peso ofensivo del equipo. Una grada que, por cierto, ayer ya emitió su temido ‘runrun’ de impaciencia con el brasileño…