Una brasileña corre con el corazón de un medallista olímpico alemán

Stefan Henze, a la derecha, ganó la plata en los Juegos de Atenas

El fallecido Stefan Henze, a la derecha, ganó la plata en los Juegos de Atenas / afp

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El 15 de agosto de 2016, la brasileña Ivonette Balthazar recibió una llamada del Instituto Nacional de Cardiología en Río. Stefan Henze, entrenador del equipo olímpico alemán de piragüismo y ganador de una medalla de plata en Atenas en 2004, había muerto en un accidente de coche y el corazón de este atleta de 35 años le había sido asignado a Balthazar, que estaba en lista de espera para un trasplante.

Este domingo, Ivonette Balthazar , de 67 años, disputó una carrera de tres kilómetros a orillas de la playa de Copacabana en Río con el corazón de Henze. Y aunque durante la prueba se sintió nerviosa, logró cruzar la meta.

"El corazón de un atleta late dentro de mí, el corazón de una persona joven. Este corazón exige más a mi cuerpo de lo que yo estaba acostumbrada", explicó la afortunada mujer brasileña, vestida con mallas y zapatilas de color púrpura, con el número 2799 y un gran papel rojo en forma de corazón pegados en su camisa.

Balthazar participó junto a cientos de otros atletas aficionados en la carrera a lo largo del famoso paseo marítimo de Río, pero ella no era una más. Hace tan solo 13 meses, mientras su ciudad natal era sede de los Juegos Olímpicos, ella se enfrentaba a una muerte inminente.

Su corazón -golpeado por el cigarrillo, años de estresante trabajo en su agencia de recursos humanos y un infarto en 2012- registraba apenas 40 latidos por minuto. Aunque estaba en el tope de la lista de espera para recibir un corazón, parecía ya muy tarde.

Pero aquella llamada informándole de la tragedia de Henze cambió su destino. Desde entonces, siente que ella y Henze se han convertido en una especie de equipo. Una alianza que puso a prueba este domingo. "Si no tuviera este corazón, no estaría corriendo", dijo. "Esta carrera de hoy es un reto para mí... y para él", aseguró.

Aunque regularmente va a fisioterapia en el hospital, la carrera fue la primera actividad importante no monitoreada para ella desde la operación. Pero incluso en sus días más felices, Balthazar dice tener presente una tristeza que no la abandona, al pensar con frecuencia en la familia del piragüista alemán que salvó su vida.

Así que ella decide hacer lo mejor que puede, por ella misma y por su compañero silencioso. "Los dos estamos aquí", asegura, luciendo la medalla de la carrera alrededor de su cuello. "Esta es una medalla de oro para mí".