El hospedaje oficial para los atletas extranjeros en el marco del Mundial de Eugene está levantando algunas ampollas. El equipo belga ya ha aterrizado en esta pequeña ciudad universitaria del estado de Oregon. Tras un stage de un par de semanas en Irvine (Los Angeles), los belgas se han asentado en los habitáculos que tendrán que ocupar a lo largo de estas dos semanas que dura la competición. “Estamos alojados en habitaciones de estudiantes en el campus universitario. Es pequeño y austero, pero hay que acostumbrarse”, ha comentado Nafi Thiam, combinera del equipo belga en una información del portal ‘rtbf.be’.
Más contundente ha sido Kevin Borlée. Los atletas suelen estar acostumbrados a hoteles cómodos, no siempre lujosos pero sí de una gama media. Amplios. “Francamente, es irrespetuoso e indigno de un evento como este, dirigido a atletas de élite, de alto nivel”, asegura Borlée.
Tres en una habitación de pocos metros cuadrados
“Todo el año hacemos esfuerzos para cuidar la recuperación, el sueño, esas cositas importantes que marcan la diferencia en la vida de un deportista, y ahí aterrizamos en Estados Unidos, esperamos que todo sea grande, pero terminas en una habitación diminuta con colchones realmente incómodos. Afortunadamente, todos estamos alojados en el mismo barco, excepto el equipo de los Estados Unidos que vive en otro lugar. Un trato preferencial que también plantea interrogantes en términos de equidad. Una desigualdad que genera interrogantes y cuestionamientos entre otros deportistas”, añade Kevin.
“Somos 3 en una habitación de unos pocos metros cuadrados”, añade Julien Watrin, especialista en 400. “Tuvimos que poner un colchón en el suelo para evitar que uno de nosotros durmiera en una litera demasiado pequeña. Y para movernos por la habitación, tenemos que pasar por encima de las maletas que no nos queda más remedio que dejar encima. el suelo. Nunca hemos visto eso en nuestra carrera”.
