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No sin mis manos

Aquí, una carrera de 15 kilómetros al lado de este fisioterapeuta. Yo he elegido a Martín Urrialde, decano del Colegio de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid. Un hombre unido de por vida al maratón y representado por sus manos en esta conversación. “Las manos también comunican”, asegura.

Tiene 60 años y acaba de empezar a estudiar su cuarta carrera: Antropología. Antes, estudió enfermería, fisioterapia y humanidades. Pero si hay que buscar una materia que una a este hombre, José Antonio Martín Urrialde, con los corredores siempre será la fisioterapia. Todo empezó en los ochenta en el kilómetro 27 del maratón de Madrid, en plena Casa de Campo. Entonces era un voluntario con una bolsa y un bote de aceite para los masajes. Hoy, almacena 24 años de experiencia que imponen. Una legión de anécdotas y de cargos que lo llevaron a trabajar varios años en Estados Unidos, donde no le gustó lo que vio: “El paciente americano se vincula a las posibilidades de su tarjeta de crédito”. Quizá por eso volvió a España, donde hoy da clases en la universidad, lleva su propia consulta y, como declaración de principios, le saca a uno de dudas: “La mejor manera es prevenir para no lesionarse como, por ejemplo, un control de las posturas“. 

Km 1.  ¿Cómo se recibe a un paciente en consulta? 

Ante todo, con empatía, comprendiendo su problema, poniéndose en su piel. Mire, la fisioterapia tiene muchas herramientas pero el movimiento es la herramienta natural por excelencia. Mi objetivo es encontrar lo que altera el movimiento normal y hasta que no lo encuentras tú no le puedes contestar a ese paciente que viene a tu consulta preguntándote: ‘¿Cuándo voy a volver a correr?’. Pero todo eso hay que hacerlo con una empatía que te ayude a resolver sus miedos y a solucionar el desafío que tú mismo, como fisioterapeuta, te planteas. 

Km 2 / ¿Y por qué es tan importante la empatía si el paciente a veces se queda dormido en la camilla? 

Es una buena pregunta y, efectivamente, hay técnicas sedantes, espacios de trabajo cálidos y muy relajantes… Pero yo siempre recuerdo que trabajamos con seres humanos. Por lo tanto, nuestro deber es humanizarlo todo sea la fisioterapia, sea la medicina, sea lo que sea… Por eso me gusta hablar con el paciente. Necesito ese ‘feed back’ y, si me dan a elegir, prefiero el paciente activo. Y si un día se duerme, no se preocupe, le despertaré con mucho cariño. 

Km 3 / ¿Las manos lo saben todo? 

Las manos también comunican. No dude que se tratan de un elemento sociológico, de comunicación. Es más, son las que te aproximan al paciente. Mi forma de palpar es la que va a generar seguridad en él. Por eso yo siempre digo que las manos son las que te comunican con el paciente’.

Km 4 / ¿Qué diferencia hay entre sus manos y las mías? 

En este caso, mis manos son mi herramienta de trabajo. Cada uno tiene su don. A lo mejor, yo no tengo la habilidad que tiene usted para llevar esta conversación… Porque mi trabajo es palpar y entonces son las manos las que me ayudan a diferenciar lo normal de lo anormal, las que me permiten comprobar el grado de movilidad que ha perdido ese paciente y sentar los cimientos para recuperarle, ¿cómo? entiendo que con el tiempo he adquirido una serie de conocimientos que los he convertido en destrezas. 

Km 5 / Si las manos son tan importantes, ¿por qué los fisios cada vez tocan menos y le mandan a uno a las máquinas? 

Deseaba esta pregunta… Quizá sea por una moda. A veces parece que cuantas más máquinas tengas en consulta, y cuanto más caras sean, es mejor. Tengo alumnos que el primer año ya se gastan 20.000€ en máquinas y, a mi juicio, eso es un error garrafal. Nada puede ser más importante que un buen diagnóstico. Ni siquiera la máquina de rayos láser más revolucionaria del mundo. No se puede abandonar la parte artesanal de la exploración. Nunca. De acuerdo que hay máquinas como la ecografía que te permite ver el comportamiento de un músculo… Pero hay patologías que disminuyen cuando el paciente entiende por que le duele. Y a veces se coloca al paciente en esas máquinas y no se le explica por qué. Y eso no es, no, no, de ninguna manera.  

Km 6 / ¿Qué se cansa antes: las manos o la cabeza? 

Hay un mito que dice que los fisioterapeutas deben ser gente fuerte. No estoy de acuerdo. Aquí me tiene a mí. Un tipo enclenque también puede dedicarse a este oficio entre otras razones porque no te diferencia tu complexión, sino tu cabeza… La cabeza es la que más se cansa, sobre todo cuando el paciente te pide trabajar a corto plazo…. Entonces va a querer y va a comparar tu tratamiento con el de otros… Casi sin querer, va a emitir mensajes que originan un gran desgaste psicológico.

Km 7 / ¿Quién sabe más: usted o el atleta de sí mismo? 

Mi misión como fisioterapeuta es encajar lo que yo veo con lo que él me dice. De alguna manera es como un rompecabezas. Por eso muchas veces les pido a los pacientes que hagan un dibujo en un papel de ellos mismos y, por ejemplo, me he encontrado que los que tienen una tendinitis aquilea dibujan el tamaño de su pie de forma desproporcionada al resto de su cuerpo. Y eso te indica que toda su atención está centrada en el pie. Y no puede ser. Porque se olvida de que el pie sólo forma parte de una cadena, que es su cuerpo y, mientras no se olvide de eso, se va a complicar la recuperación. 

Km 8 / ¿Y cómo se olvida? 

A través del deseo de conseguirlo. Siempre digo que un tratamiento es como una liturgia o como una representación teatral. El protagonista es el paciente y el fisio es el coro. Luego, está el ritmo de la obra que varía cada día. Lo de hoy nunca será igual a lo de ayer. Siempre dependerá de lo que tú, como paciente, me cuentes. 

Km 9 / ¿Querer es poder entonces? 

Creo en el deseo como una herramientas más. Si no deseas algo nunca lo vas a lograr. Por eso un paciente nunca puede ser un número. No puedes definir tu consulta como una suma de pacientes ni por el número de pacientes que has visto. Los pacientes son personas. No son números. 

Km 10 / ¿Dónde está el límite para el fisioterapeuta? 

Más de 10 pacientes en cuatro o cinco horas, imposible, de ninguna manera. Ese es el límite que yo impongo. Todo lo que no sea eso es masificación. Es más, le podría hasta decir que es la razón por la que yo dejé el hospital público. Cada día podía ver a 30 pacientes en 7 horas que trabajaba. Entonces pasaban junto a mí y sólo podía atender a lo superficial. No había más tiempo. Comprendí que ese no era mi camino.

Km 11 / 24 años de profesión. 

He conocido a más de 7.000 personas en consulta. Gente que llegan como pacientes y se van como personas. Mire, yo me hice fisio porque mi padre era torero. Cuando le corneaba el toro yo le daba masajes y le decía, ‘papá, te voy a curar’. Y entonces empecé medicina. Y cursé el primer año. Pero hubo un día que me dio miedo que la medicina me pudiese llevar a una relación distante con los pacientes… Quizá por eso descubrí la fisioterapia y, desde entonces, sólo sé que vivo la fisioterapia las 24 horas del día. Ahora soy hasta docente. 

Km 12 / ¿En qué se parecen los alumnos a los pacientes? 

A los dos hay que moldearlos. Son como figuras de barro. La diferencia es que a los alumnos tienes 4 años de carrera para moldearlos. 

Km 13 / ¿Un alumno puede trabajar en el primer año de carrera? 

No rotundamente. Es más, yo siempre les digo a mis alumnos que necesitan seis años para empezar a trabajar: los cuatro de carrera, un quinto año para descubrir lo que más te gusta y el sexto para especializarse en esa materia. Y en ese momento ya sí puedes dar un buen trato al paciente. Mire, cuando yo terminé, iba con una libreta a todas partes en la que apuntaba lo que aprendía de cada paciente. Y en ese escenario descubrí el mundo de los corredores y me especialicé en él porque me parecía una cuestión muy humana. Me acuerdo que me ponía en el kilómetro 27 del maratón de Madrid con una bolsa y aceite para los masajes… Me pareció tan interesante que llegué a correr cuatro maratones y, desde luego, cuando busqué especialidad, no tuve ninguna duda: los corredores. 

Km 14 / ¿Ha descubierto lesiones irrecuperables? 

Claro que las hay. Y entonces no puedes mentir. Lo debes decir claramente y ofrecer una alternativa. Yo he tenido atletas a los que he tenido que decir ‘ya no vas a poder hacer el maratón es dos horas y media pero sí en 4 horas, tu reto es adaptarte a esta alternativa que te ofrece tu cuerpo’. Porque es así. No puedes menospreciar las señales que te envía tu cuerpo. Si no eres capaz de hacerlo aceptas un riesgo innecesario. He sido atleta y lo sé. Sé, por ejemplo, lo que sufre la musculatura lumbar en la última parte del maratón. Mi experiencia me permite entender sus sensaciones. A veces, ni siquiera hace falta que me las expliquen porque lo que vives no se olvida. 

15 / ¿Qué lesiones son las peores? 

Sin duda, las que se producen en la parte distal, en las zonas en las que los tendones se insertan con el hueso. Mecánicamente son muy complicadas y tienen un pronóstico malo. De hecho, ahí se han producido mis fracasos, que los he tenido, como todo el mundo. No puedo engañarme y todos esos sitios en los que el tejido colagenico se inserta con el hueso como los dos últimos centímetros del Aquiles… Luego, podemos hablar de las tendinopatías rotulianas, de todo lo que genera un mal control muscular, en fin… 

@AlfredoVaronaA 


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