Inicio Noticias & Blog Los récords ya no son lo que eran

Los récords ya no son lo que eran

Casi cada fin de semana ya es una invasión de récords en el atletismo. ¿A usted le gusta esto? A mí ni me gusta ni me disgusta. Pero vengo de otra generación en la que en casa sólo se comía con Coca Cola los domingos.  

Hay una palabra que a uno ya le satura en el atletismo: la palabra récord. Hace años sentía devoción por ella. Tenía aforo reservado. La veía lejana como el Gran Cañón del Colorado. Pero ahora parece que casi cada fin de semana esa misma palabra nos viene a buscar a casa y nos invita a tomar el aperitivo. Total que ya casi es un asedio y yo, que tengo por costumbre escribir lo que pienso, no voy a engañar a nadie.

A mí esa palabra ya me satura como me saturaría comer cada día con Coca Cola. Y miren que me gusta la Coca Cola. Pero hay momentos y momentos en la vida. En mi casa sólo se comía con Coca Cola los domingos y por eso la valorábamos de veras.

No quiero que nadie se ofenda, pero también hay que decir lo que muchos piensan. Sin ir más lejos, un buen amigo, un atleta que corrió tres JJOO, que llegó a ser medallista mundial y que nunca batió un récord de España. Pues bien, cada vez que hablamos de esa palabra me pide que pase palabra, ‘uff, quita, quita’, como si no hubiese mañana. Y no porque le moleste, sino porque le pasa lo que a mí: le satura.

-Lo poco agrada pero lo mucho cansa -resume él.

Yo me aficioné al atletismo en los JJOO de Los Ángeles 84. Entiendo que pertenezco a otra generación en la que cada vez que un atleta se aproximaba a un récord lo recordabas para toda la vida. No sé por qué, pero yo tengo grabado en la memoria aquella vez en la que Said Aouita se quedó a 47 centésimas de batir el récord del mundo de 5.000 en la pista de Riazor. Y como en aquella época era algo excepcional todavía lo recuerdo como si fuese hoy. Y han pasado casi 35 años, pero creo que aún podría memorizar los tiempos de paso. Y, por supuesto, recuerdo bajar al día siguiente a comprar el ‘As’ para leer la crónica.

Supongo que lo recuerdo porque desafiar un récord era algo excepcional, reservado para momentos puntuales, casi únicos. Pero ahora estás saliendo de la ducha y escuchas en televisión que se ha batido un récord. Sin ir más lejos, este último fin de semana Marta García en la misma carrera ha batido dos récords de España de pista cubierta: el de 2.000 con 5’45″33 y el de 3.000 con 8’38″44 tras 24 años.

Es más, hace unos días también batió el de 5.000 (14’46″37) y, antes de asomar la primavera, ya ha conquistado la mínima olímpica (14’52”).  Y no la quiero quitar ni un átomo de mérito porque hace unos meses se quedó fuera del Mundial de Budapest precisamente por no tener la mínima, y porque en la última entrevista, que acabo de leer de ella en la RFEA, me encantó su forma de ser y de responder al periodista.

-Llegué a pensar que a lo mejor no pertenecía al lugar donde creía que pertenecía -dijo.

Por eso no quiero que nadie me malinterprete ni que me confundan con un aguafiestas. Sé que la palabra récord es muy exigente y que para los atletas (a la mínima que se descuiden) desaparece de su vida. Pero eso no quita para que, a día de hoy, sea por lo que sea, la invasión sea abusiva. Twitter se convirtió en la mansión de los récords. Ya casi hace falta una persona a jornada completa para memorizarlos.

En mi época, desde luego, no era así. Y, por muy tentador que sean los récords o por mucha audiencia que generen, a mí no me van a encontrar ahí. Es difícil que vuelva a valorar esa palabra como antes o que me ilusione que alguien pueda batir los 3’26″00 de El Guerrouj aquel 14 de julio de 1998 en Roma en una época en la que se contaban con los dedos de una mano los atletas capaces de bajar de 3’30” en 1.500. Y al que se aproximaba lo valorabas casi como un Dios.  Y había nivel. Vaya si lo había.

 

 


Suscríbete a nuestro newsletter

Recibe en tu correo lo mejor y más destacado de LBDC

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí