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El lado bueno de las restricciones para correr durante el confinamiento

Una vista magnífica de Madrid al alba / @yoentrenosolo

La ‘nueva normalidad’, o la Fase 0, o los primeros síntomas de desescalada o como cada uno quiera llamarle nos han ‘abocado’ a un rediseño de nuestras salidas, tanto para correr como para andar en bicicleta. Acostumbrados a coger el coche o la moto en muchos casos y dirigirnos a nuestras zonas favoritas y arrancar desde allí ya el entrenamiento, a ni preocuparnos por si traspasamos barreras ficticias de cambio de término municipal o si nos juntamos poco o mucho con nuestr@s colegas de tirada larga o con otros ‘runners’ que han decidido entrenar en el mismo emplazamiento, nuestra realidad ha cambiado por completo.

Redescubriendo nuestros municipios

Para los que vivimos en municipios de más de 5.000 habitantes (¿Quién se ríe ahora de las pequeñas villas y de la España desierta?), salir y acumular kilómetros se ha convertido en una liberación, pero también en una quimera. ¿Cómo hacer que mis salidas no se conviertan en una ‘ratonera’ pasando una y otra vez por el mismo sitio? Muchos, la mayoría, hemos apostado por lanzarnos por caminos por los que nunca antes habíamos transitado y hemos descubierto partes de nuestros municipios que ni siquiera teníamos controladas. O rincones que no pisábamos desde niños. Normalmente tenemos muy cuadriculadas nuestras salidas y no damos rienda suelta a una parte importante también de correr: olvidar un poco los ritmos, relojes y pulsómetros y adentrarnos por senderos desconocidos.

Olvidarnos de cuadrar ritmos

De esta manera, en redes sociales hemos podido ver desde el sábado como cada vez son más los y las que están ‘alucinando’ con espacios, caminos, parques por los que hacía siglos que ni pasaban o, directamente, ni se habían acercado porque no les había hecho falta. Sin duda es una de las cosas positivas de las restricciones en este proceso de desescalada, el poder ‘olvidarnos’ un poco de cuadrar ritmos y tiempos y poder descubrir rincones y calles por las que no solíamos transitar. Si esto sirve para que cuando obtengas la ‘carta de libertad’ definitiva le demos una oportunidad o hayamos ganado nuevas rutas en nuestro mapa mental, ya habrá sido todo un triunfo.

El placer de madrugar

No quería pasar por alto una sensación que al menos a mí me está encantando. El hecho de que la franja matutina sea de 6 a 10 a los más perezosos y menos madrugadores nos ha ‘obligado’ a recolocar nuestros despertadores para poder aprovechar y entrenar con tranquilidad por las mañanas. Por un lado, salir en ayunas, algo que es bueno hacer con cabeza y positivo para nuestro cuerpo siempre que nos nos volvamos locos. Por otro, el placer de las salidas de sol, la tranquilidad, el fresco, y el estar antes de las 10 de la mañana en casa con el cuerpo activo y esa sensación única que te invade después del entrenamiento.


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