Del Mundial de Eugene podemos extraer muchos nombres propios. Alguno, como el de McLaughlin, Crouser o Kerley, era esperado. Otros, como el de Amusan o Wightman, no tanto. Pero a quién no se esperaba como uno de los destacados en estos Campeonato del Mundo es al guatemalteco Luis Grijalva. Un atleta con una historia muy muy peculiar, de superación total. Hace un tiempo lo contábamos en La Bolsa del Corredor. Grijalva es lo que se conoce como un ‘dreamer’, uno de los 700.000 indocumentados que hay en Estados Unidos y que estaban amparados por una ley aprobada por Obama que los protegía de la deportación y a la que Trump puso fin hace un tiempo. De hecho, hizo mínima para estar en los Juegos Olímpicos de Tokio y, en principio, la federaciñón guatemalteca no la reconocía. Pero finalmente sí pudo viajar y acabó metiéndose en la final.
Luchando para salir adelante
“Nací en Guatemala, mis padres me trajeron como indocumentado cuando tenía un año. Crecí en Fairfield, California. Es un lugar bonito, verde y con colinas, pero la ciudad es bastante gueto. No es fácil convertirse en atleta viniendo de allí. Mi padre lava autos y también trabaja en una fábrica. Es la clásica historia de los inmigrantes. Tiene 60 años y trabaja como un loco. Yo empecé cuando tenía unos 13 años y entraba en el instituto. Lo hice en el equipo de cross pero no era muy bueno, y tardé en aficionarme a este deporte. Empecé a tomarlo en serio a los 16 años. En 2017, me incorporé a la Universidad del Norte de Arizona, donde aún sigo”, dijo recientemente.
En Eugene, más hecho, más maduro, participó en su segunda gran competición internacional como guatemalteco. Y fue cuarto. Hizo historia. Tan solo se quedó a dos décimas de la medalla. Y, algo tremendo, fue el más rápido en los últimos 100 metros de esa prueba de 5.000. 13:10:44 hizo. Completó esos últimos 100 en 13:17 (Jakob lo hizo en 13:52, Chelimo en 13.23 y Krop en 13.68).
