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El profesor que ha permitido a Lorena Martín

@lorenamartinm | @manu_laya

Uriel Reguero explica la historia de la salmantina que, a los 25 años, llega a la final de 800 de un Mundial tras tener mucha, mucha paciencia con las lesiones.

Uriel Reguero es un hombre de 49 años, un profesor de la Universidad Europea y de ‘Los padres dominicos’ de Valladolid, donde imparte los grados superiores de FP.

Un hombre que esta tarde, mientras se toma un café en Belgrado, analiza a las siete rivales de Lorena en la final de 800 del Mundial (domingo, 18’05 horas).

Y en la cámara de llamadas estarán Freweyni Hailau, Ajee Wilson, Catriona Bisset, Halimah Nakaayi, Lindsey Butterworth y Natoya Goule.

Pero a Uriel no le tiembla el miedo.

-No vamos a ser campeones del mundo, pero no vamos a descartar no serlo -explica Uriel Reguero en ese escenario.

-No vamos a tirar la toalla y a decir ‘con ser finalistas ya es suficiente’, porque no diríamos la verdad.

La verdad es que Lorena, a los 25 años, está en la final de 800 de un Mundial.

Hace cuatro años, cuando volvió de terminar sus estudios de marketing en Estados Unidos, llegó con esta intención.

Se instaló en Valladolid y fue a buscar a Uriel Reguero, reputado entrenador.

-Quiero entrenar con tu grupo.

El camino ha sido más largo de lo que hoy parece. Sobre todo, por culpa de aquel atrapamiento de un nervio del tobillo que hasta que lo operó el doctor Lomo no dejó de dar la lata.

-Pero Lorena ya empezó a ser competitiva el año pasado y esto se veía venir -reivindica Uriel.

-El verano pasado se quedó fuera de los JJOO de Tokio porque no cogió esa gran carrera para hacer 2’02”. Pero corriendo sola llegó a hacer cuatro veces 2’04” y a correr en 2’03”.

Y, aunque los atletas son impacientes por naturaleza, Uriel le decía:

-Paciencia, Lorena, paciencia que todo llegará.

Y ha llegado en Belgrado, en un día frío y soleado que empezó a las ocho de la mañana cuando entrenador y atleta bajaron a desayunar.

Lorena sabía que estaba bien.

Si tenía alguna duda, la resolvió el pasado jueves cuando hizo 2×200 en 27 y 26 segundos corriendo muy fácil en la misma pista en la que iba a clasificarse para la final como si fuese Mayte Martínez.

-Pero no hay que hablar de un entrenamiento único. Me niego. Lorena es la suma de muchos entrenamientos, de muchas emociones, de mucho descanso -explica.

Porque, al final, la que corre es Lorena.

-Sólo me preocupa que recupere bien -dice el entrenador.

-¿Y cómo ha recuperado? -le pregunto.

-No lo sé. Mañana lo sabré.

Uriel volverá a decirle lo que le ha dicho en la semifinal, antes y después de salir a calentar en el exterior del estadio.

-Lorena, debes llegar lo más arriba posible en la última vuelta.

Y, a partir de ahí, quién sabe lo que puede pasar.

Si volverán a existir esas dos milésimas que le han permitido rebasar a la etíope Tigist Girma y que certifican la tesis del entrenador.

-No vamos a decir no a nada.

-Tienes ese final -le dice Uriel-. Sólo debes adaptarte a las circunstancias.

-Llevas tiempo y te mereces estar aquí. Pero hasta ahora había otros escaparates donde mirar.

-La diferencia es que ahora el escaparate eres tú.

Entre entrenador y atleta se resume todo, toda una vida.

– Lorena es impaciente pero tiene las cosas muy claras. Sabe lo que hay. Sabe dónde apostar y que esto, cuando llegue la vida real, no se olvidará nunca y que es algo muy, muy merecido. Pero vamos a terminar el trabajo.

Un trabajo que incumbe a mucha gente.

-Al grupo -resume Uriel Reguero-. Formamos parte de un grupo en el que el espejo está en lo que nos ha pasado estas semanas con Diego Bravo. Había terminado su temporada en el cross y podía tomarse vacaciones y nos dijo: ´no, no, yo me voy con vosotros a Salamanca a ayudar’.

Y a una de las que ayudó fue a Lorena Martín, que hoy es finalista de un Mundial.

 


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