Inicio Noticias & Blog Desmayos, trampas…Londres 1908: El Maratón más dramático de la historia

Desmayos, trampas…Londres 1908: El Maratón más dramático de la historia

A lo largo de la historia ha habido maratones imborrables. Escenas que han quedado para la posteridad. Adelantamientos épicos sobre la misma línea de meta, plusmarcas mundiales logradas por un suspiro. Carreras reivindicativas en épocas de vergüenza histórica. Pero, quizás, si tuviéramos que quedarnos con un maratón que marcara un antes y un después, uno solo en el que se juntaran factores de fatalidad, de capítulos curiosos y de imágenes dantescas, seguramente sería el olímpico de Londres 1908.

Una época en la que, obviamente, no había televisión ni pantallas para seguir la evolución de la prueba, en la que la multitud que se agolpaba en la última recta de meta no sabía quién iba en cabeza, si era un grupo, si era uno suelto, la nacionalidad. Ni la ventaja que llevaba sobre el siguiente. En todo este contexto de incógnita y de interrogantes, en la capital británica se vivió un cúmulo de despropósitos que explica Roger Robinson en su último libro. Y que recupera el portal ‘Athletics Weekly’.

Una llegada caótica

100.000 personas esperaban a los atletas que iban en cabeza en la llegada a meta. Se daba información mediante una pizarra y un megáfono. Se anunciaba que los corredores que iban en cabeza iban a hacer aparición en breves instantes. Todos esperaban al surafricano Charles Hefferson, que llevaba cuatro minutos de ventaja en la última información de la pizarra. Pero el que apareció, tambaleándose, era el italiano Dorando Pietri. Era un día muy caluroso y húmedo. Ni rastro de Hefferson ni de los británicos que habían liderado durante el primer tramo de carrera. Todos habían ‘caído’ por empezar demasiado rápido. Un día de pura resistencia. Eran otros tiempos y la estrategia y el análisis del cuerpo y del aguante físico eran más bien escasos.

“Pietri recorrió 20 yardas mientras la multitud, compungida, lo veía aguantarse de pie a duras penas. Hasta que cayó. Algunos pensaban que había muerto. Pero a duras penas logró ponerse en pie. Se caería varias veces más. Una fotografía lo muestra sosteniéndose en pie con la ayuda del Doctor Bruger, el oficial de la prueba. Algo que hoy en día significaría una descalificación inmediata, claro.

El caso es que entre medio de ese drama aparecía el segundo clasificado, el neoyorquino de ascendencia irlandesa Johnny Hayes. Había dosificado mejor y estaba más entero. El que mejor había gestionado esfuerzos y estrategia de carrera según las condiciones. Pero Pietri, con mucha ayuda (incluso del director de la prueba, que lo ayudó a cruzar la meta), entró primero. Andrew (director) lo anunció como ganador. Acto seguido, se lo llevaron en camilla medio moribundo. Pero fue el campeón olímpico más breve, puesto que el equipo estadounidense impugnó y Hayes acabó siendo proclamado (con justicia) ganador.


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