Inicio Entrevistas "Tu beca la pagamos todos los españoles"

"Tu beca la pagamos todos los españoles"

“No puedes racanear ni una serie”, les dice Asunción Sinobas, ex atleta de elite y actual jefa de estudios de la residencia Blume, donde se lo deja claro a los deportistas de élite becados que se quejan de que “todo está muy difícil”. 

Su lenguaje define la experiencia, el precio de lo difícil. De ahí el valor de escucharla como jefa de estudios del Instituto Ortega y Gasset en la residencia Blume, donde estudian deportistas de élite, o destinados a ser de élite, a los que ella, Asunción Sinobas, siempre les recuerda que “antes teníamos más valores pero menos oportunidades”.

Retrocede entonces a su época, a los años ochenta, en la que ella se libró de trabajar milagrosamente en la fábrica de conservas de anchoas de Santoña a los 16 años como su padre o sus hermanos mayores. “Yo no era buena estudiante. Me costaba coger al vuelo las cosas. Mi inercia era la de entrar a trabajar en la fábrica. Pero entonces un entrenador de Cantabria vio que tenía facilidad para correr y se ofreció a entrenarme. Me mandaba los entrenos por carta. Recuerdo que salía del pueblo a entrenar para que no me viesen y nadie pudiese meterse conmigo. Comencé a destacar y me gané el puesto para ir al Mundial de cross”. Y entonces recuerda que, pese a todo, fue a curso por año, “porque los profesores empatizaron” con ella. “Pero no porque tuvieran ninguna obligación de hacerlo. No había ningún Real Decreto ni nada por el estilo como hay ahora. Tenías que ser tú la que se buscase las oportunidades. Era la única forma de encontrarlas. Por eso había que poner tanto interés”.


 “La vida en una residencia deportiva es muy dura psicológicamente”

Sigue siendo ella, Asunción Sinobas, la jefa de estudios de la Blume, la misma que dice a esos jóvenes, que los hay y que en Segundo de Bachillerato aún no saben lo que quieren estudiar:

-Fórmate en algo que te guste porque, si no lo haces así, te vas a amargar el resto de tu vida y no vas a rendir.

Pero entonces ella no pone su propio ejemplo. “No, porque no hace falta”, rebate  “Yo no soy el ejemplo de nadie. Sólo me limito a preguntar, ‘¿me lo dices o me lo cuentas?’ a esos atletas que me dicen que ‘todo está muy difícil’, porque creo que no es justo que lo digan. No es justo en un entorno como el actual que les ofrece tantas posibilidades. No es justo cuando sus becas las estamos pagando con el dinero de todos los ciudadanos. No es justo que se sientan derrotados, vayan de pasotas o confundan la residencia con un hotel de cinco estrellas, porque no: ellos no deben permitirse ese lujo. No pueden racanear ni una serie en el levantamiento de pesas, no pueden sentir que estamos aquí jugando a hacer deporte, porque ése no es el camino. Tienes que bajar ahí abajo y dejarte la vida y no se trata de que yo sea un sargento de hierro, que no lo soy. Pero me gusta dar ejemplos como el de Patricia Sarrapio, porque me complace. Lleva años estudiando, trabajando y siendo atleta de élite compaginando las tres cosas. ¿Quién se va a acercar a ella y decirle que ‘todo está muy difícil’? Sí, claro que lo está, pero aquí estamos nosotros para reducir distancias con la dificultad. Tenemos esa oportunidad y es tan difícil, tan difícil llegar aquí…. Tienes que ser de los tres mejores de España en tu categoría”.


“No se trata de decir a todos los atletas lo mismo, “sino de encontrar el potencial individual de cada uno”.

Asunción Sinobas sigue tirando de experiencia. “La vida en una residencia deportiva es muy dura psicológicamente. El día a día, si no te salen las cosas, te invita a miles de preguntas. Hay días en los que dudas si estás en el momento y en el lugar adecuado. Y lo sé porque en el año 83, cuando estaba en segundo de carrera, iba a abandonar. Me iba a volver a Santoña, porque no me salían las marcas. La vida no era como yo quería. Sin embargo, el verano me dio serenidad. Me ayudó a volver a intentarlo en una época en la que no era como ahora: no teníamos psicólogo. Los psicólogos éramos nosotros mismos y no es fácil combatirse a solas a una misma. Pero tenías que hacerlo. Es más, necesitamos hacerlo si pretendes sacar provecho de las oportunidades que te da la vida”. Quizá por eso la conversación con ella es un viaje que mezcla pasado y presente, una diferencia incomparable en la que no se trata de decir a todos los atletas lo mismo, “sino de encontrar el potencial individual de cada uno”.

“No todos son como tú”, añade. “No todos tienen la fortuna que tuve yo que, desde el primer momento, supe lo que quería hacer. Quería estudiar INEF lo que me ayudó a aprobar la carrera y, después, las oposiciones a maestra en una época en la que los atletas ya demostramos que se podía entrenar y estudiar al mismo tiempo. Y tampoco fue ninguna heroicidad. Sólo se trata de organizar el tiempo, de que no te despistes y de que encuentres donde está tu lugar. Por eso defiendo que mi trabajo es tan emocionante. Al fin y al caso, se trata de hacer personas a los deportistas y a veces es más difícil, porque no todo el mundo madura a la vez. Pero es tan emotivo el día que lo logras… Máxime para la gente que viene de una época como la mía en la que, por el hecho de ser deportista, parecía que eras una ignorante. Se nos criticaba que no sabíamos hablar en público y te molestaba. Sabías que no era verdad. La prueba está en el tiempo. Me cuesta encontrar a atletas de mi generación que no hayan sabido buscarse la vida, porque entonces ya sabíamos que estas eran las reglas de juego. No ibas a vivir de esto toda la vida. La diferencia es que no tenías las oportunidades que tienen los atletas ahora. Si yo ahora le cuento a usted las posibilidades académicas que tenemos en la Blume, donde las aulas son las habitaciones de la residencia antigua, se quedaría asustado: es muy amplia. Pero es que el mundo ha cambiado tanto y también encuentras atletas con unas capacidades extraordinarias. Gente que luego pasa a la universidad y son capaces de ir a curso por año en carreras como medicina, química…. No encuentro entonces una respuesta mejor que ésa al trabajo que les planteamos aquí durante el Bachillerato”, insiste Asunción, que ya no es la misma joven que llegó a Madrid en el año 81. “Hay que separar ayer de hoy”, replica.

“El tiempo te ayuda a aprender. Te obliga a aprender, por ejemplo, que no es mejor entrenador el que mejor corrige la técnica de carrera de un atleta, sino el que diseña un plan acorde a sus necesidades, no a las del grupo. Yo misma, como jefa de estudios, no le puedo decir lo mismo a todos los deportistas. La psicología te ayuda a aprender. La psicología parte a veces de cosas que tú misma han vivido”, agrega ella misma, que vuelve a retroceder a los años ochenta en los que siempre le “quedará esa espina de no haber llegado a unos JJOO. Quizá porque no encontré el mejor entrenador para mí cuando llegué a Madrid. Yo vine después de haber sido décima en un Mundial de cross en el Hipodromo de La Zarzuela. Vine con una marca de 9’14” en 3.000 y en siete años sólo la reduje siete segundos. A todas luces, es muy poca mejora. Es más, es algo que, si lo analizas fríamente, casi no tiene sentido. Pero de aquello aprendí que esas cosas pueden pasar y que hay que hacer lo posible para que no pasen. Máxime en un mundo como el nuestro en el que, si no te sientes a gusto, debes decirlo. Pero tienes que decirlo y lo que me molesta es cuando vienen esos entrenadores o esos profesores que me dicen: ‘este atleta puede esforzarse más’, porque, al final, lo académico va muy unido a lo deportivo. Hoy en día son casi indesligables, porque no podemos dejar de pensar en el futuro”. De ahí esa pregunta de Asunción Sinovas a los atletas que descuidan sus estudios y que, afortunadamente, no son muchos: “¿Acaso tú solo entrenas los últimos quince días antes de la prueba? No te olvides nunca de que esto es el día a día. La vida es el día a día”, le replica ella, la jefa de estudios, resumen de tantos años que hoy regresaron a su memoria en voz alta.

@AlfredoVaronaA 


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