Si hace una semana el estallido de alegría era bien merecido con el 1-2 en el campo del Espanyol, el encuentro del martes con el Málaga y el de anoche en el campo del Alcorcón confirman que el Girona no sólo está lejos de su esperada mejor versión, sino que ahora mismo hay motivos para la preocupación. Inofensivo, el equipo funciona a trompicones, genera poco peligro y le cuesta un montón hacer goles. Después de un primer acto en el que Marc Gual desperdició un penalti, pese a mejorar un poco en la segunda mitad un gol de Arribas en el tramo final fue decisivo.

Un pobre Girona multiplica las dudas en Alcorcón (leer noticia)