El emotivo recuerdo de Cristiano Ronaldo a su padre

Cristiano Ronaldo, junto a sus hijos y el retrato de su padre

Cristiano Ronaldo, junto a sus hijos y el retrato de su padre / Instagram

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Cristiano Ronaldo ha explicado sus inicios en el mundo del fútbol y sus vivencias con su familia en un artículo que ha publicado en el portal 'The Players Tribune'. Cristiano Ronaldo cuenta cómo lo pasó cuando tenía 7 años y también tiene un emotivo recuerdo para su padre, que fue quien le acompañó durante sus inicios en el mundo del fútbol. "Tengo un fuerte recuerdo de cuando tenía 7 años. Tan fuerte que si cierro los ojos, me lo imagino y me emociono. Tiene que ver con mi familia", explica Cristiano Ronaldo.

Los primeros pasos

"Antes, yo solo jugaba en las calles de Madeira con mis amigos. Y cuando digo “calle”, no me refiero a una callecita vacía. Quiero decir una calle. No teníamos porterías ni nada, y teníamos que parar el partido cada vez que pasaba un coche. Yo era muy feliz así, pero mi padre era el utillero del CF Andorinha y no paraba de animarme a ir y jugar con el equipo filial. Yo sabía que eso le haría sentir orgulloso, así que fui".

El apoyo de su padre

"Mi padre estaba siempre ahí, en la banda, con su barba y su uniforme de trabajo. Le encantaba. Pero a mi madre y mis hermanas el fútbol no les interesaba en absoluto. Cada noche durante la cena, mi padre trataba de convencerles para que vinieran a verme jugar. Él fue mi primer representante. Cuando llegábamos a casa después de los partidos, él solía decir, “¡Cristiano ha marcado un gol!". Ellas respondían, “Ah, muy bien.” No parecían muy emocionadas. La siguiente vez él llegó a casa y dijo, “¡Cristiano ha marcado dos goles!” Nada, cero emoción. Solo decían, “Qué bien, Cris.” ¿Que qué hice yo? Seguí marcando y marcando. Una noche, mi padre llegó a casa y dijo, “¡Cristiano ha marcado tres goles! ¡Ha sido increíble! ¡Tenéis que venir a verle jugar!"

La familia

"Yo seguía mirando a la banda antes de cada partido y veía ahí a mi padre, de pie, solo. Hasta que un día -jamás olvidaré esta imagen- mientras calentaba, volví a mirar como siempre y ahí estaban mi madre y mis hermanas, sentadas en la grada. Parecía… ¿Cómo decirlo? Parecía que estaban cómodas. Estaban abrazadas, y no aplaudían ni gritaban, solamente me saludaban, como si aquello fuera un desfile o algo así. Se notaba que no habían estado nunca en un partido de fútbol. Pero estaban ahí. Y eso era lo único que me importaba. Me sentí tan bien en ese momento. Significó mucho para mí. Algo cambió dentro de mí. Me sentí orgulloso. Es cierto que no teníamos mucho dinero en esa época. La vida no era fácil entonces en Madeira. Solía jugar con botas viejas que heredaba de mi hermano o que me prestaban mis primos. Pero cuando eres niño, no te preocupa el dinero. Solo te preocupa sentirte de una determinada manera. Y aquel día, yo me sentí así. Me sentí protegido y querido. Como solemos decir en portugués, menino querido da família".

La marcha

"El fútbol me lo ha dado todo, pero también me alejó de mi casa cuando todavía no estaba realmente preparado. Tenía once años el día que me mudé de la isla a la academia del Sporting de Lisboa y fue la etapa más difícil de mi vida. Me parece una locura cuando lo recuerdo. Mi hijo, Cristiano Jr., tiene 7 años en estos momentos. Solo pensar en cómo me sentiría si dentro de 4 años estuviera ayudándole a hacer las maletas para mandarle a París o Londres… prefiero ni imaginármelo. Estoy seguro de que para mis padres fue muy duro en su momento. Pero yo tenía un sueño y aquella era mi oportunidad para cumplirlo. Así que me dejaron ir, y fui. Lloré casi cada día. Seguía en Portugal, pero fue como mudarse a otro país. Incluso el acento hacía que pareciese un idioma diferente. La cultura era diferente. No conocía a nadie. Mi familia solo se podía permitir venir a verme cada cuatro meses más o menos. Les echaba tanto de menos que todos los días eran dolorosos".

El mejor del mundo

"Empecé a escaparme de la residencia por la noche para entrenar. Me puse más fuerte y rápido. Y entonces, cuando salía al campo, aquellos que solían decir que era demasiado pequeño me miraban sorprendidos, como si se les cayera el mundo encima, y no decían nada. Cuando tenía 15 años, me acerqué a algunos de mis compañeros durante el entrenamiento. Lo recuerdo claramente. Les dije, “Algún día seré el mejor jugador del mundo. Cuando pierdes, es como si te estuvieses muriendo de hambre. Y cuando ganas, también te estás muriendo de hambre, pero te has comido una miga de pan. Se rieron. Todavía ni siquiera estaba en el primer equipo del Sporting, pero realmente lo pensaba. Lo decía totalmente en serio".

El recuerdo

"Es el momento justo después de ganar la última final de la Champions en Cardiff. Acabábamos de hacer historia. Tras el pitido final, sentí que había mandado un mensaje al mundo. Pero entonces mi hijo entró al campo a celebrar conmigo… y la emoción cambió al instante. Él estaba corriendo de un lado para otro con el hijo de Marcelo. Agarramos el trofeo juntos. Y después paseamos por el campo de la mano. Es una alegría que jamás había sentido hasta ser padre. Son tantas las emociones pasando al mismo tiempo que es imposible describir con palabras lo que sentí. Solo puedo compararlo con aquel momento en Madeira, cuando estaba calentando en el campo y vi a mi madre y mis hermanas juntas en la grada".

Los nietos

"Pero lo que más recordaré de mi tiempo en Madrid, y de lo que les hablaré a mis nietos cuando tenga 95 años, es de lo que sentí caminando sobre el césped de la mano con mi hijo, siendo campeón. Ojalá lo podamos repetir pronto".

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