Del récord mundial femenino al terrible fiasco del jueves

Las gradas del Camp Nou se llenaron de aficionados del Eintracht

Las gradas del Camp Nou se llenaron de aficionados del Eintracht / Javi Ferrándiz

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Por primera vez en la historia el Camp Nou se convirtió en campo enemigo. Ver para creer. Jugar en casa con la desagradable sensación de estar en campo rival es una experiencia nefasta condenada a acabar mal. Tanto para los jugadores como para los socios. El mismo partido el Barça lo perdió dos veces, en el césped y en las gradas. En el campo por evidente inferioridad deportiva, en el estadio por manifiesta mala gestión del ticketing.

En el Barça, como en la vida, las cosas se pueden hacer bien o mal. El resultado siempre está en consonancia, cuando haces mal las cosas es imposible que salgan bien. Dos casos recientes confirman esta teoría primaria. Con motivo de los cuartos de final de la Champions femenina el Barça tuvo la buena idea de jugar en el Camp Nou contra el Real Madrid con precios populares con el objetivo de llenar el estadio. Éxito rotundo y récord mundial.

Los mismos que organizaron aquel éxito, fueron los responsables de un fiasco sin precedentes que deja al Barça y al Camp Nou en muy mal lugar. Inexplicable. Una falta de previsión y profesionalidad intolerable. No será porque no estuvieran avisados. En el partido de Alemania, el Eintracht ya tuvo una petición de 300.000 entradas, jugar la vuelta por Semana Santa en Barcelona hacía prever un desplazamiento masivo que no se organizó precisamente en 24 horas.

Lo sucedido fue una vergüenza que ha dejado traumatizados a muchos socios. Un escándalo de esta magnitud no puede zanjarse solo con el anuncio de que en los partidos internacionales las entradas serán nominales. Laporta paro el golpe en caliente asumiendo el error del club, pidiendo disculpas y anunciando una investigación. Los socios merecen más transparencia. Hay que dar con detalle el número de entradas que vendió el club, quien autorizó la venta, que canales de venta se utilizaron y con qué empresas/tour operators se gestionó el proceso. Fue una concatenación de tantos errores humanos que era imposible que no acabara en caos. Vender 34.440 entradas sin conocer el destinatario es un riesgo inaceptable.

La avaricia rompe el saco. Querer hacer negocio de este partido fue una mala decisión. El éxito deportivo debía prevalecer sobre el interés económico. Por tres millones no se puede hacer el ridículo dejando manchado el prestigio del Camp Nou. Mejor hubiese sido premiar a los seguidores barcelonistas con entradas populares y limitar la presencia alemana a 5.000 localidades en la tercera gradería. El caso sigue abierto, son muchos los socios indignados mientras la UEFA prepara una multa sin contemplaciones al haberse saltado las normas establecidas en este tipo de partidos internacionales. Fue como un mal sueño, una auténtica pesadilla.