Noche de mística, noche de Messi

Messi y Suárez llegan a la recta final de la temporada con muy buenas sensaciones

Messi y Suárez llegan a la recta final de la temporada con muy buenas sensaciones / AFP

Rubén Uría

Rubén Uría

Noche de mística, noche de Messi. Escenario: templo sagrado. Leyenda: “El Teatro de los sueños”. En la grada, el caldero de Streffort End. Y en el recuerdo, los “Busby Babes”. No hay un solo rincón de Old Trafford que no rezume aroma a mitos, ritos y símbolos. Ole Gunnar Solskjaer, que heredó un equipo moribundo y lo metió en cuartos de final, envió un aviso a navegantes: “Messi es de los mejores de la historia, pero no es imparable”. A ese desafío emocional toca responder.

El reto: ganar en Old Trafford. La misión: enterrar los fantasmas de Roma. El sueño: dejar su huella en el mismo lugar en el que Piqué pasó de niño a adulto. Messi, a comienzo de temporada, dejó claro que el que avisa, no es traidor: “Queremos volver al Camp Nou con ese trofeo tan bonito”. Toca noche mística. Noche de Messi.

“Klopp and Roll”

Si los Beatles eran los reyes del pop, los “reds” de Klopp son los reyes del “heavy metal”  La obra cumbre de Don Jürgen consiste en una enfebrecida avalancha roja, pura furia y vértigo, que ataca al espacio como si no hubiese mañana. Klopp compone, Salah vocaliza, Firmino aporrea la guitarra eléctrica y Sadio Mané está al mando de la batería.

En pleno concierto en Alfield, este Liverpool, mitad eléctrico mitad transgresor, pasó por encima del Oporto de Casillas. Volcánico y letal en cada transición, el Liverpool es un candidato serio para ganar esta Champions. Quizá no es el mejor equipo, ni el más estético, pero uno no puede apartar la vista cuando esta gente se dedica a descargar contragolpes eléctricos como si estuvieran poseídos. Juegan a ritmo de “Klopp and Roll”.

Un grito coreano. Duelo de banquillos: el arrojo de Pochettino frente a la estrategia de Guardiola. Libra por libra, el City pesa más: tiene juventud, simetría, riesgo y categoría. Mérito por mérito, los “spurs” acumulan más: compiten sin haber vendido y sin haber fichado. Lloris paró un penalti y un grito surcoreano rompió el equilibrio. Gol de Son. El segundo asalto será definitivo: Dos ingleses entran, uno sale.