¿De verdad Laporta quiere a Koeman?

El central top europeo que interesaría a Laporta y Koeman

Koeman echó en cara a la directiva no haber transmitido más confianza / Google

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

El año 2020 no pudo acabar peor para el Barça. Tras el peor inicio en los últimos 32 años de historia culé, tras las peores 10 primeras jornadas que se recuerdan, el Barça empató, en el Camp Nou, ante el Eibar (1-1), sí, sí, el Eibar, fallando un penalti y con un gol que regaló Araújo. El Barça era sexto de la Liga, a 7 puntos del Atlético de Madrid, que tenía un partido menos, y teniendo por delante a Real Madrid, Real Sociedad, Sevilla y Villarreal.

Y Ronaldo Koeman, desesperado, sí, pero mordiéndose la lengua, defendió al equipo, aseguró que todo iba a mejorar porque a la experiencia se uniría, poco a poco, la juventud de La Masia y, sobre todo, se reafirmó en que su idea era válida y que el conjunto mejoraría. Eso sí, como siempre, no mintió: “Hay que ser realistas. Es verdad que nada es imposible en la Liga, pero el título está muy complicada, pues este Atlético no falla”.

Justo, justo (29 de abril), cuatro meses después, el Barça está a las puertas de enjugar una desventaja de 12 puntos ¡lo nunca visto! (fue el Barça quien enjugó la mayor de todas, 9, en 1999) y colocarse líder esta noche, en caso de que venza al Granada, cosa que no será fácil como ayer reconoció el propio ‘Tintín’ cuando señaló que “todo el mundo nos da ya como ganadores, menos nosotros, que sabemos lo mucho que cuesta ganar, no este, sino todos los partidos y, no solo a nosotros, a todo el mundo, como demuestra esta Liga tan disputada”.

Y llegado este punto, yo me preguntó: ¿Qué ha de hacer Ronald Koeman para merecer, ya firmemente, en serio, oficialmente, ¡ya!, un anuncio sentido, sincero, real, merecido del presidente Joan Laporta señalándole como el entrenador ideal para la próxima y varias temporadas más? Pues conseguir el doblete, de lo contrario ese anunció, más que merecido, trabajado y necesario no se producirá. Es evidente que Laporta duda. Duda porque no es su entrenador, duda porque lo fichó Josep María Bartomeu y duda, tal vez, quién sabe, porque sus planes eran otros, no sé si vía Alemania, ya frustrados, o vía Catar, en espera, tal vez, no sé yo, de que aterrice Jordi Cruyff y contacte con Xavi Hernández, ya ven, el ticket electoral de Víctor Font, que igual era el que le apetecía a Laporta.

Es evidente ¿verdad? que Laporta y su amigo Rafa Yuste (y no sé si meter aquí también a Ramon Planes y Mateu Alemany, tengo mis dudas), que han comido, charlado y hasta brindado con cava en el avión de regreso de Sevilla con la Copa en primer término, pueden decir que están con Koeman. Decir, pueden decirlo, pero jamás lo han confirmado de verdad y, en ese avión, o aquella noche estupenda, de fútbol y premio en La Cartuja, perdieron una oportunidad preciosa (video eufórico del presidente en el vestuario) para decir, públicamente y muy alto: “Este es nuestro entrenador para siempre”. O, al menos, para el año que le resta de contrato.

Y no lo hicieron. Y, si no lo hicieron, es porque su contrato podría correr peligro si no lograrse este doblete que, ahora, por la perseverancia de Koeman, por el cambio de dibujo o su insistencia en el trabajo, por su complicidad, cómo no, con un vestuario que vuelve a estar liderado por las tres vacas sagradas (Leo Messi, Gerard Piqué y Sergio Busquets), ha convertido la incertidumbre y las derrotas en seguridad, buen fútbol, muy buen fútbol y remontada imposible.

Pero la injusticia que se está produciendo con Koeman, que me recuerda a aquel ninguneo que Josep Lluis Núñez le hacía al mismísimo Johan Cruyff (eso sí, el ‘Profeta del gol’ le metía unas andanadas al presidente, en la sala de prensa, de narices, cosa que a ‘Tintín’ ni se le pasa por la cabeza) parece olvidar todo lo que ha hecho el técnico holandés que no tiene que ver con las victorias, la conquista de la Copa o el intento de alcanzar el título liguero.

Koeman merece seguir y merecía estar ya confirmado en su cargo porque llegó como un bombero; porque dejó la selección holandesa, que para un holandés y cruyffista no es poca cosa, por el Barça; porque nada más llegar se encontró con el burofax de Leo Messi y la desestabilización que provocó aquel desplante; porque aceptó sin rechistar que se sacaran de encima a Luis Suárez, a quien, encima, tuvo el valor de decírselo él llamándole por teléfono; porque reclamó tres fichajes (un lateral, un centrocampista y un 9) y solo llegó Sergiño Dest; porque a un equipo repleto de treintañeros (Messi, Busquet, Alba….) tuvo el coraje de añadir la juventud de Pedri, Ansu Fato, Araújo, Dest, Mingueza, Ilaix, Riqui Puig, que le dio sabor y olor a La Masia; porque ha convertido a De Jong en el De Jong (mejorado) del Ajax; porque ha resucitado al mejor Dembélé; porque ha logrado destellos ‘atléticos’ de Griezmann; porque ha sido, siempre, el mejor portavoz del club y porque fue el primero, ¡el primero!, que se rebajó el sueldo cuando apareció la pandemia.

No es justo que Koeman, que jamás abrirá la boca para criticar el dribling que Laporta y Yuste le están haciendo (comida de gran marisco en el Botafumeiro, el pasado 31 de mayo, aparte), viva inmerso en semejante incertidumbre.