Se juega mucho el Barça y... Koeman

El Barcelona hace 719 días que no gana un título. Nos acercamos a los dos años de sequía. La última vez que Messi levantó uno fue el 27 de mayo de 2019, la liga 2018-19. Desde entonces, el Barça ha dejado escapar muchas competiciones y ha perdido dos finales. Un panorama impropio para un equipo que ostentó una hegemonía durante toda una década.

Así pues, esta final de Copa del Rey contra el Athletic se presenta como una oportunidad única para que algunos se reencuentren con viejas sensaciones (para los veteranos del equipo) y para otros descubrir las mieles del triunfo (para los jóvenes), para que aprendan a descubrir donde están y las exigencias que comporta este escudo. El club también está necesitado de alegrías después de empezar un nuevo ciclo con Joan Laporta. Un cambio de chip iría de perlas para encarar el futuro con mayor optimismo, y no solo ver las deficiencias económicas. Hay satisfacción entre la afición por ver cómo crecen los jóvenes canteranos, como quien ve el inicio de algo grande, pero al mismo tiempo decepcionan algunos pesos pesados que han perdido toda jerarquía y el reciente resultado en el clásico que deja al equipo cojo en la Liga, donde tenía grandes aspiraciones después de un inicio de 2021 esplendoroso.

Para Koeman también es un examen pues acabar con la mala racha le reforzaría de cara a la próxima temporada y sería un espaldarazo para invitar a sus jugadores a pelear por el título de Liga hasta el final. Otro panorama, no esperado, sería caer en la Copa y luego que la Liga acabara en manos del Madrid o del Atlético. Entonces, su continuidad, como la de cualquier entrenador que no gana títulos, quedaría en entredicho.