Jordi Alba, víctima del sistema

Al lateral le penaliza tener por delante un extremo nato pegado a la línea y acusa la complejidad táctica

Jordi Alba pelea con Isi Palazón en el último Barça - Rayo Vallecano

Jordi Alba pelea con Isi Palazón en el último Barça - Rayo Vallecano / David Ramírez

Jordi Gil

Jordi Gil

Jordi Alba se ha visto en la diana de las críticas nada más empezar la temporada. A parte de la precipitación del juicio por un partido de Liga y unos amistosos de verano, es conveniente no quedarse en la superficie y buscar los motivos por los que quizá no pueda brillar deportivamente como antaño.

Xavi ha decidido jugar con dos extremos muy enganchados a la línea, Raphinha y Dembélé, que intercambian sus posiciones. Alba, por tanto, se encuentra siempre un tope por delante que le impide correr por la banda en toda su extensión. El canterano ha rendido mucho más cuando el delantero de banda izquierda se marcha hacia dentro y le deja la autopista libre. Así se produjeron las célebres llegadas que acababan con la asistencia de gol a Messi.

Ahora tiene otra misión. Debe ser él quien se marche mucho por dentro, actuando a veces de centrocampista y eso sin poder descuidar su función defensiva. Es decir, debe encontrar un complejo espacio ofensivo y a la vez multiplicarse para cerrar en defensa. Da la impresión de estar en un laberinto táctico del que es muy difícil salir bien librado.

Mejor con Ferran o Aubameyang

En caso que Xavi sitúe por la izquierda a Ferran Torres, Ansu Fati o Aubameyang, da la impresión de que el rendimiento del carrilero aumentaría porque son futbolistas que se mueven y buscan el área. La amplitud de espacio de los extremos quedaría compensada con las subidas de Alba.

Así ha funcionado en la selección con Luis Enrique. Cuando ha tenido por delante a jugadores como Dani Olmo o Pablo Sarabia que basculan hacia el interior, su juego ha brillado más.

El sistema perfecto no existe y siempre hay alguna víctima. La de jugar con delanteros de mucha actividad por la izquierda, tiene a Jordi Alba como gran perjudicado. No luce ofensivamente y parece que sea menos jugador cuando en realidad está intentando cumplir con el complejo rol que le ha encomendado el entrenador.