Grandes en la victoria, niños en la derrota

La plantilla blaugrana no supo encajar una derrota muy dolorosa

La plantilla blaugrana no supo encajar una derrota muy dolorosa / VALENTÍ ENRICH

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Es comprensible salir de Anfield entre lágrimas agarrando un bidón de gasolina en una mano y un mechero en la otra. Tanto como, pasados unos minutos, refrescarse con agua fresca y guardar el material en un armario. Con llave. El siguiente paso es buscar culpables como si de una caza de brujas se tratara. Desde "Coutinho no puede jugar ni un minuto más en el Barça" y "Valverde no puede seguir en el Camp Nou" hasta "el equipo está viejo", "la dirección deportiva es un desastre" y "Bartomeu no toma decisiones". Como un chimpancé cargadito de Montroy empuñando una escopeta de feria y disparando a todo y a nada. Suena también eso de "sabíamos que podía pasar, se veía venir" y el "si juegas a ser pequeño, acabas siendo pequeño". Todo es verdad y nada lo es definitivamente. Lo único que nadie discute es la superioridad del Liverpool durante 180 minutos.

Preguntarse por qué perdió el Barça sin tener en cuenta el rival es el error recurrente de quien solo sabe mirarse el ombligo. La pregunta que debe hacerse el barcelonismo es por qué fueron mejores, pero no será capaz de formularla si antes no acepta su inferioridad. Valverde es culpable de creer que el 3-0 había sido real. Y la plantilla, de dejar de competir tras dos horas y media haciéndolo. Y los despachos deberán también reflexionar. Y todo eso puede, aunque duela, aceptarse. Pero lo que es inadmisible es ser un equipo grande en la victoria y pequeño en la derrota. Lo peor es ver cómo los jugadores se escondían en el vestuario, ese que solo comparten en las redes cuando ganan, comprobar que cierto entorno esperaba el momento para postularse, siendo más resultadistas que Valverde. Eso duele mucho. Perder es una opción, vivir de espaldas al sentimiento, la falta de empatía, no lo es.