El Barça hace enloquecer al Palau

El Barça tumbó al Panathinaikos

El Barça tumbó al Panathinaikos / DAVID RAMÍREZ

Nacho Solozabal

Nacho Solozabal

Sin ninguna tregua

Espectáculo en estado puro. Si no nos fijamos en exceso en las defensas, lo visto en el Palau Blaugrana es incomparable. No es de extrañar que el Palau se llene en todos los partidos si su equipo es capaz de jugar a semejante nivel. El ritmo del encuentro, desde el salto inicial, fue de vértigo. Pesic apostó por Tomic, Smits y Kuric de inicio, y éstos respondieron sin fisuras.

El Barça llevó el control del duelo en todo momento, mandando en el rebote y en el tiro exterior, y no dejando que el equipo griego tuviera opciones de creer en la victoria. Unos primeros veinte minutos excelsos, con Mirotic de referente, y un Davies que le tomó el relevo en el tramo final del segundo cuarto. La respuesta de los hombres de Pitino llegó, como en todo el partido, de la mano de un Calathes que se multiplicó para que su equipo no se derrumbara ante el vendaval que les vino encima.

Pocas faltas, floja defensa, y muchos puntos. Un resumen ajustado a la realidad.

Descontrol y definición

El tercer periodo fue de descontrol total. Esas situaciones en las que, en el Barça, se echa en falta el buen hacer de un base riguroso. Algo que, sin duda, Hanga agradecería sobremanera. Suerte que el PAO tampoco estuvo lúcido. Si los griegos no supieron sacar provecho de la anarquía blaugrana en unos minutos aciagos, era evidente que no se llevarían el encuentro.

Se acercaron en el marcador, eso sí, pero un último fogonazo de Delaney, el Palau se quedó atónito con sus cinco triples, acabó de romper el encuentro. Un buen partido en el Palau tras lo del CSKA, ante un rival que llegaba en plenitud. El equipo sigue creciendo y mantiene intacta su ambición y ganas de trabajar. Pesic sigue confiando en un conocido núcleo estable de hombres, pero piezas como Smits y Abrines también tienen mucho que decir.

Es evidente de que no es fácil ganar al Barça al ataque, pero ello no debe hacer olvidar a los de Pesic que hay momentos en los que se necesitan el control y la defensa.