Crisis de una formación política

La Izquierda alemana, entre la agonía y la escisión por la cercanía con Putin de algunos dirigentes

Sahra Wagenknecht, del ala más cercana al comunismo y con algunos postulados cercanos a la ultra Alternativa para Alemania, ha rechazado presentarse a las elecciones

Dietmar Bartsch, diputado de Die Linke en el Bundestag, durante una reunión del partido en Berlín.

Dietmar Bartsch, diputado de Die Linke en el Bundestag, durante una reunión del partido en Berlín. / Shutterstock

Marina Ferrer

De "irresponsables" tachó este lunes el presidente de La Izquierda, Martin Schirdewan, las especulaciones sobre una escisión de un partido, el suyo, que si tiene escaños en el Bundestag (Parlamento federal) es gracias a los mandatos directos ganados en un par de distritos del este del país. La situación de La Izquierda, o Die Linke, es casi agónica desde las elecciones generales de 

Alemania de 2021, en que obtuvo un 4,9%. Es decir, por debajo del listón del 5% mínimo para obtener escaños, salvo que se logre tres victorias de distrito, como fue el caso, uno de ellos por parte de su líder más histórico, Gregor Gysi.

La estocada final podría venir de Sahra Wagenknecht, figura del ala más cercana al comunismo, quien el viernes pasado anunció que no volverá a presentarse a unas elecciones con ese partido. Su renuncia podría verse incluso como un alivio para La Izquierda. Es un personaje identificado con la línea pro-rusa de la que la cúpula del partido trata de distanciarse. Algunos de sus postulados se acercan a los de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). No solo en lo que respecta a la actual "comprensión" hacia el presidente 

Vladímir Putin

. También defendió posicionamientos propios del radicalismo xenófobo ultra en la crisis humanitaria de 2015, cuando Alemania recibió cerca de un millón de refugiados.

Wagenknecht impulsó en febrero una Marcha por la Paz convocada junto con Alice Schwarzer, icono del feminismo histórico alemán y ahora decantada hacia el ultraconservadurismo. La iniciativa congregó a decenas de miles de personas ante la Puerta de Brandeburgo, entre ciudadanos "comunes" contrarios a los suministros de armas a Ucrania y algunas banderas pro-rusas. En la marcha se mezclaron varias columnas de ultraderechistas, mientras la cúpula de La Izquierda rechazaba todo vínculo con la convocatoria.

Señal de alarma

Wagenknecht, de 53 años, y Schwarzer, de 79, no estaban solas ante el escenario. La convocatoria significó también la reaparición pública de Oskar Lafontaine, asimismo de 79 años y fundador de La Izquierda junto con Gysi en 2005.

Era más que una señal de alarma para el partido. Lafontaine dejó formalmente su militancia en marzo del año pasado, unas semanas después del inicio de la invasión rusa. Lo hizo en desacuerdo con la línea hacia Moscú del partido. "Al fundar La Izquierda quise ofrecer una alternativa frente a la política de inseguridad y desequilibrios sociales. La actual Izquierda ha renunciado a esos objetivos", afirmó entonces Lafontaine. Die Linke, la Izquierda, había abandonado los ideales de desarme pacifismo con que nació, dijo, al no rechazar con la contundencia debida la línea de rearme del canciller 

Olaf Scholz

.

La ruptura con su partido es el segundo desgarro político protagonizado por Lafontaine. El primero lo provocó en 1999 con su doble dimisión como presidente del Partido Socialdemócrata (SPD) y ministro de Finanzas, unos pocos meses después de llegar al poder Gerhard Schröder al frente de una coalición roji-verde.

Ajuste de cuentas político

Lafontaine se llevó consigo a la disidencia socialdemócrata en lo que se consideró un ajuste de cuentas político, pero con cierto componente testosterónico, entre el centrismo de Schröder y las esencias más izquierdistas del SPD. Acabó fusionándose con el post-comunista Partido del Socialismo Democrático (PDS) de Gysi, una formación arrinconada por el resto del espectro parlamentario alemán de entonces y etiquetada de heredera del régimen del muro de Berlín.

Juntos consolidaron La Izquierda, que poco a poco se ganó puestos como socio de coalición del SPD en el este del país, incluida Berlín, e incluso logró colocar a uno de los suyos, Bodo Ramelow, al frente del gobierno regional de Turingia, en el este. A Wagenknecht, casada con Lafontaine en 2014, la invitó hace unos días a ingresar en la AfD el cabecilla de su ala más radical, Björn Höcke, líder precisamente de Turingia. 

Suscríbete para seguir leyendo