El perfil

Pochettino, un ídolo que ya obró el milagro como jugador

En invierno de 2004 abrió su segunda etapa en el Espanyol y salvó a un equipo desahuciado.

Xavi Canals

Invierno de 2004. El Espanyol es colista. Luis Fernández ha relevado a Javier Clemente en el banquillo, pero el equipo no reacciona. Lleva cinco derrotas consecutivas. El Espanyol parece deshauciado... pero aterriza Mauricio Pochettino, cedido por el Girondins. Victoria a las primeras de cambio, 2-0 ante el Mallorca. Y progresión implacable hacia la salvación. Su calidad, su experiencia y su liderazgo obran el milagro. El hispano-argentino puede estar destinado a repetir la historia, esta vez, desde el banquillo.

Pochettino cumple con un perfil idéntico al de la exitosa apuesta del Barça con Pep Guardiola. Su experiencia como entrenador es reducida. Ejerce como segundo entrenador del equipo femenino. Y de ahí puede dar el salto a la primera plantilla. Su capacidad de liderazgo, tanto en el vestuario como ante la afición, son valores suficientes como para poner este difícil proyecto en sus manos. A sus casi 37 años esta va a ser su primera oportunidad. Toda una prueba de fuego que puede catapultarle o enterrarle. Su carácter ganador invita a pensar que será el inicio de una brillante carrera... eso al menos es lo que espera el Consejo, que tiembla ante la posibilidad de estrenar el nuevo Estadio de Cornellà-El Prat en Segunda División.

Pochettino es un auténtico ídolo para la afición y arrastrar a la grada es básico en una situación como la actual. Aterrizó en el club en 1994 procedente de Newell's Old Boys, con el que conquistó un Torneo Integración y un Clausura. Ganó la Copa del Rey de 2000 antes de ir a probar fortuna a Francia. Y volvió para repetir en 2006, cuando adelantó su retirada para centrarse en sacarse el título de entrenador. En total, diez temporadas en las que sumó 275 partidos, lo que le convierte en el extranjero que más partidos ha defendido la camiseta del Espanyol y el tercero en total, sólo superado por Argilés (301) y Tamudo (320). Una trayectoria que le valió la insignia de oro y brillantes del club.

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