Valencia: nunca un adiós fue tan silencioso

Kondogbia, con el balón en los pies ante Ilicic en un Mestalla vacío.

Kondogbia, con el balón en los pies ante Ilicic en un Mestalla vacío. / EFE

C. F. Sainz

Primer encuentro de Champions a puerta cerrada y primero de un equipo español. El silencio reinó en las gradas de Mestalla, donde solo la estatua de Vicente Navarro, acérrimo aficionado valencianista tristemente fallecido en 2019, estuvo presente en su asiento de siempre.

Nos tendremos que acostumbrar a estas escenas en los próximos encuentros. Ver a los jugadores de ambos equipos sin saber dónde ir tras el sonido del himno, en este caso de la Champions, ya que no hubo pasamanos, mensajes de apoyo de los aficionados en los videomarcadores, cánticos de ánimo grabados y que suenan por megafonía muy de vez en cuando...

Una situación totalmente anómala que nos permitía escuchar mejor que nunca a los propios jugadores quejarse, pedir el balón o celebrar los goles. Las dianas locales, por cierto, fueron cantadas por el speaker como si Mestalla estuviera lleno hasta la bandera. Eso sí que no falla. La diferencia, que esta vez el encargado de cantar los goles no obtuvo respuesta.

Se echa de menos

El fútbol es para los aficionados, y sin ellos el fútbol  es otra cosa. El Valencia peleó y solo errores propios le condenaron a no poder aspirar a la gesta, un milagro que sin duda hubiera estado más cerca con un estadio lleno hasta la bandera.

Parejo animaba como nadie en el túnel de vestuarios y en el micrófono ambiente se le escuchaba como nunca, pero a los de Celades les faltó ese empuje extra que aporta la hinchada para tratar de dar la vuelta a la eliminatoria. Cuando más difíciles están las cosas, la afición, sus ánimos y sus cánticos dan alas y permiten soñar con la proeza; una parte importante de la ecuación para lograr lo impensable no estaba, pese a que a lo lejos se escuchara la melodía de los hinchas más animosos  procedente de los alrededores de Mestalla.

El que sí que cantó dentro del campo fue el Atalanta con un Ilicic en modo superhéroe. La celebración de cada uno de los tantos de los visitantes se escuchó más que nunca, así como su festejo una vez el colegiado señaló el final del encuentro. Nunca antes los sonidos de dentro del rectángulo de juego fueron tan nítidos, aunque a buen seguro que el Valencia hubiera preferido escuchar solo a su afición.