Soluciones desde los extremos

La obsesión de Xavi por los extremos es consecuencia directa de su educación futbolística

El objetivo no es otro que encontrar soluciones ante equipos que se arman por dentro y que se cierran atrás

Dembélé, en una foto espectacular del duelo ante el Valladolid

Dembélé, en una foto espectacular del duelo ante el Valladolid / AFP

Xavi Torres

Xavi Torres

Xavi Hernández se ha cansado de repetirlo: “Quiero jugadores de banda, sí o sí”. Su obsesión ha sido tan radical que en el caso Dembélé incluso ha pasado por encima de las intenciones del club. Nadie quería al delantero francés -por su rendimiento y por la actitud de su representante- y, sin embargo, aquí está. Y llegó Raphinha, del Leeds, aún teniendo ya en la plantilla a futbolistas como Ferran Torres, Ansu Fati o incluso, el joven Abde -ahora cedido al Osasuna-. Los extremos son imprescindibles.

LA RAZÓN

Como el Barça quiere atacar y jugar en terreno contrario necesita generar espacios, es decir, aprovechar la amplitud del campo para encontrar pasillos interiores para abordar la portería que, no nos olvidemos, está en el centro, justo donde los rivales acumulan más jugadores. Laureano Ruiz, el padre de la idea, siempre jugó con extremos abiertos logrando además que fueran grandes goleadores; Johan Cruyff, el hombre que trasladó el método al primer equipo, también, incluso adaptando a la banda delanteros centros de formación como Gary Lineker, Julio Salinas o Hristo Stoitchkov -entre otros-; y Pep Guardiola, lo primero que hizo cuando llegó al filial fue preguntar cuántos extremos tenía la plantilla. Como no había muchos, deshizo la cesión de Pedrito que el club ya tenía cerrada. Un año después se convertiría en Don Pedro. Todos hijos de la misma idea. 

Los éxitos del exclusivo fútbol del Barcelona en las últimas décadas ha llevado a los entrenadores rivales a trabajar mucho la pizarra. Tras el impacto del juego de Messi, Xavi e Iniesta por dentro, incluso últimamente por la aparición de Pedri, los equipos que se enfrentan al Barcelona acumulan muchos jugadores en zonas interiores para evitar la progresión azulgrana a través del pase. Viene siendo habitual encontrar tres centrales más un trivote en el centro del campo para detener el fútbol del Barça. “¡Qué jueguen por fuera!”, explican los técnicos. Normal: cuanto más lejos esté el balón de la portería, mejor para ellos. Para el Barça, ante tal atasco por el centro, solo hay una solución: las bandas.

DAR SENTIDO AL EXTREMO

Hay que decir que la vida en el extremo es muy complicada ya que solo hay una salida al juego -por la espalda, ya no hay campo-. Por eso Xavi busca extremos que sean inteligentes para entender lo que le conviene al equipo en cada momento, es decir, quedarse abierto o atacar el área, desbordar en el uno contra uno o generar el espacio para un pasillo interior, jugársela o centrar, etc. No hace tanto y de manera errónea, la primera vez de cada circulación que el balón llegaba a la banda se producía un centro. Un error. Una vez más: se circula el balón de lado a lado para encontrar vida por dentro. 

Sucede, además, que esta demarcación exige habilidad y velocidad. ¿Ha conseguido Xavi su objetivo? Por supuesto no todos los futbolistas tienen todas las virtudes pero ahí debe entrar el entrenador: a él hay que exigirle que los mejore. En el planeta futbolístico actual es muy complicado encontrar una plantilla que tenga a cuatro elementos como Ansu, Dembélé, Ferran Torres y Raphinha. Dando por sentado que apenas se han jugado tres partidos de Liga hay que decir que ante el Rayo Vallecano (0-0) hubo demasiados errores; ante la Real Sociedad (1-4) emergieron las individualidades; y ante el Valladolid (4-0) el juego fue coral. Nos quedamos aquí.

BANDAS ASIMÉTRICAS

Ya viene siendo habitual que el dibujo de los extremos sea asimétrico, o sea, una banda abierta -que acostumbra a ser la derecha- y otra, con el hábito a pisar el área llenando el espacio con el lateral -la izquierda-. Ante el Valladolid, Raphinha se abrió como extremo diestro y Dembélé se fue al costado zurdo. Veamos lo que sucedió con el fútbol del equipo. Teniendo en cuenta que los tres medios -Gavi, Pedri y Sergio Busquets- son diestros la tendencia es dar el pase hacia la izquierda, más cómodo por una cuestión corporal. Si, además, la banda está formada por Pedri y Dembélé la lógica de jugar hacia ese costado se hace todavía mayor. Pues no. En el minuto 30, el de la pausa de hidratación, el Barcelona había acumulado dos ataques por esa banda, tres por el centro y... ¡nueve! por la de Raphinha, el 1 a 0 incluido. ¿Cuál es la razón? La posición abierta del brasileño. Su rigor táctico le permite estar desmarcado y se convierte en una referencia permanente de pase para el resto de los compañeros.

Por supuesto, todo está preparado. El objetivo es que reciba solo y encare a su lateral. Yendo en carrera, es muy peligroso y difícil de parar. En el minuto 1 y 12 segundos, Escudero ya sufrió la verticalidad del jugador azulgrana. En las siguientes acciones, minutos 6 y 8, el lateral del Valladolid tuvo que volver a correr hacia atrás, así que decidió marcar a Raphinha más de cerca. Consecuencia: a los 9 minutos, Gavi aprovechó el pasillo que se generó entre el central Javi Sánchez y el propio Escudero para atacar el espacio y crear una buena jugada de gol que acabó en córner -repetiría acciones idénticas en los mintos 15 y 59, por ejemplo-. A Escudero le entraron las dudas: ¿qué hago, me cierro y Raphinha me come el terreno o me abro y permito las entradas del interior? Pero es que además, no encimar al brasileño puede provocar centros buscando a Lewandowski que acaben, por ejemplo, en el palo del minuto 12 o en el 1 a 0, del 24. Para el Barça, tener al polaco ayuda a recortar muchos de los procesos de ataque del equipo.

La fórmula funcionó a las mil maravillas... pero Dembélé se aburrió. Por eso, imaginamos que por cuestiones de equilibrio interno o, incluso, para volver a sorprender, tras la pausa del minuto 30, Raphinha se fue a la banda izquierda y Dembélé se quedó en la derecha. El francés tiene cualidades para desarrollar la misma función aunque es más disperso en lo táctico. Sin embargo, el 2 a 0 llegó con las mismas herramientas: balón a Dembélé abierto a la derecha, diagonal hacia el centro, movimiento de arrastre de Lewandowski -emociona su dominio del oficio del 9- y entrada por el pasillo interior de Pedri para rematar con delicadeza a la red. Otra vez, el sistema de ataque completado con éxito.

DIFERENTES FÓRMULAS

El partido sirvió para observar que hay un nuevo elemento en el juego del Barcelona muy repetido: el cambio de juego tratando de encontrar la referencia abierta de la que antes hablábamos. Solo en la primera parte Eric y Pedri trasladaron el balón (de costado a costado) a Raphinha en cuatro ocasiones: la del canario en el minuto 24 acabó en gol. Se trata de mover a la defensa rival para, yendo por fuera, generar los espacios por dentro. A mayor velocidad de lectura, ejecución y precisión, más posibilidades de éxito. Y en esto, Eric y Pedri son excelentes... y por lo que se vio, Raphinha, también. Veremos si Dembélé es capaz de progresar en este sentido.

Xavi, sin embargo, también utilizó otras fórmulas. En el minuto 61, Ansu entró por Raphinha. Dembélé se fue a la derecha y el canterano jugó por la izquierda, pero la puesta en escena cambió porque a ambos les gusta acercarse al área -Masip, por ejemplo, tuvo que actuar a los 72' ante una gran ocasión de Fati-. En este nuevo escenario, las bandas se llenan con los laterales: con Sergi Roberto, que había entrado por Araujo unos minutos antes, por la derecha, y con Balde, por la banda izquierda. Cuando a los 81 minutos, Ferran sustituyó a Dembelé, la fórmula todavía se hizo más evidente: el valenciano remató yendo hacia el centro a los 85 minutos y Sergi Roberto inició y finalizó la jugada del 4 a 0 corriendo desde el lateral derecho.

AMPLITUD, PROFUNDIDAD Y PRESIÓN

Xavi trata de acabar con los ataques estáticos de posesión inútil de antaño que se convertían en una circulación de balón, la mayoría de las veces, sin remate. Ahora tiene las piezas para, abriendo el campo, atacar la profundidad a base de movimientos coordinados. Laureano Ruiz hablaba de “salir a doblada”; el resto, de “atacar el espacio”. Da igual. Lo importante es hacerlo, una y mil veces en los momentos justos para recibir el balón o generar los espacios para el compañero. Sirva como ejemplo la carrera de Lewandowski para el 3 a 0. Toca mucho entreno, muchas repeticiones y mucha humildad para correr sin balón y aceptar que la jugada pueda acabar sin un pase para ti. Los movimientos generan espacios y de lo que se trata es de beneficiar al colectivo.

Una alternativa más: el disparo desde la larga distancia. En este escenario, con el rival asustado y hundido en su posicionamiento -el Barcelona tuvo una magnífica localización en campo contrario del 69%- hay veces que el remate lejano es efectivo. En el minuto 27, Xavi se enfadó mucho con Dembélé cuando prefirió dar un pase profundo ante el desdoblamiento de Balde en vez de golpear a puerta.

Y no quisiéramos cerrar este capítulo sin valorar el trabajo de los extremos en la presión post-pérdida. Sirva de ejemplo lo que sucedió el domingo: el Valladolid sacó de centro. Tocaron Sergi Guardiola, Kike Pérez y Aguado antes de que Escudero recibiera la agresiva presión de Raphinha para finalizar la jugada... ¡a los cinco segundos de juego! Ver a Dembélé o a Raphinha robando balones en el córner propio explica muchas cosas. El Barça estuvo espléndido sin balón. Atacar bien supone estar ordenado cuando lo pierdes así que con carreras cortas es posible recuperarlo.