Quaresma, talento incendiario

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Ricardo Quaresma parecía el fichaje perfecto: joven y con talento, llegado en una época perfecta para dinamizar al Barça y de paso, crecer futbolísticamente, pero nada salió como esperaba.

El jugador portugués, comparado desde sus inicios con Cristiano Ronaldo, llegó al Barça en 2003 procedente del Sporting de Portugal a cambio de seis millones de euros. Fue uno de los primeros fichajes de Joan Laporta.

Apodado Harry Potter, por su capacidad para hacer magia, Quaresma apenas pudo demostrar sus virtudes en el Camp Nou. Víctima de un carácter volcánico, chocó demasiado con su entrenador, Frank Rijkaard, que le acabó condenando al banquillo. 

En la segunda vuelta de la Liga, concretamente a primeros de mayo, se lesionó de cierta gravedad en un partido ante el Espanyol: una fractura de tobillo le impidió jugar la Eurocopa del verano de 2004, que se disputó en su país, y también puso punto final a su etapa como blaugrana. A final del curso 2003-04 fue traspasado al Oporto por 20 millones de pesetas. 

En total, en su única temporada en el Barça, Quaresma jugó 28 partidos (solo cuatro completos) y marcó dos goles.  

"Aún hoy no me explico qué me pasó en el Barcelona porque al principio empecé jugando y las cosas iban bien, pero, de repente, llegó la peor época de mi vida y el entrenador no me dio explicaciones.  Él quería que jugase de una manera, y yo intenté hacerlo. Cambié mi forma de jugar para agradarle, pero siempre obtuve el mismo resultado: o al banquillo o a la grada. Luego decidí hacer mi fútbol y entramos en guerra”, comentaría Quaresma años después sobre su paso por el Barça.

Tras su paso por el Barça y el Oporto, Quaresma jugó en  el inter, el Chelsea, el Ah-Ahly de Emiratos Árabes, nuevamente en el Oporto para acabar jugando en el Besiktas.